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Reportaje:

Mensajes del barro

Los expertos estudian como indicador del cambio climático el aumento de lluvias de lodo y el de tornados en el Mediterráneo

Los tornados o las lluvias de barro en el Mediterráneo no son muy frecuentes, pero sirven como indicadores para estudiar el cambio climático. Estos fenómenos, que han aumentado en los últimos 20 años, son lo que Jorge Olcina, catedrático de Geografía de la Universidad de Alicante, define como indicadores indirectos de las variaciones climáticas. Los científicos se han fijado en estos fenómenos porque, al contrario que otros como las inundaciones o las temperaturas en la ciudad, no están influidos por la actividad humana. Olcina participó ayer en el curso de Periodismo Medioambiental que organiza la Escuela de Periodismo UAM / EL PAÍS y la Fundación BBVA. La ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, tiene previsto clausurarlo hoy.

Las lluvias de barro se producen cuando la célula tropical del Sáhara invade el Mediterráneo, y su aumento puede deberse al cambio climático por acumulación de gases de efecto invernadero. Las nubes descargan el barro del desierto en la costa mediterránea y arruinan la limpieza dominguera del coche. "Hemos estudiado las lluvias de barro registradas en la Comunidad Valenciana desde 1980 y ahora hay unas 10 al año, un 40% más que hace dos décadas", explica Olcina.

Lo mismo ocurre con los tornados, que se producen por elevación de la temperatura del agua del mar: "Cuanto más potente es la tormenta más fácil es que lleve un tornado asociado", dice Olcina. Entre 1989 y 1999, en España se registraron 70 tornados, 29 en Baleares. La inmensa mayoría son pequeños, nada que ver con los de las llanuras estadounidenses. El número de tornados al año ha aumentado un 30%.

Olcina señala que, por ahora, es imposible atribuir el aumento de estos fenómenos al calentamiento del planeta: las cifras son pequeñas y hay que tomarlas con cautela. Pero el barro y los tornados pueden convertirse en indicadores del cambio climático más fiables que otros fenómenos. "Hemos estudiado las inundaciones y concluido que no son indicadores válidos. Cada vez la costa mediterránea se inunda más, pero sobre el terreno comprobamos que a menudo es porque los ayuntamientos permiten construir en los cauces de ramblas y en zonas inundables", dice Olcina.

Las series de temperaturas también presentan problemas. "La mayoría de los observatorios estaban a principios del XX en zonas no habitadas y ahora han sido fagocitados por las ciudades. El aumento de temperatura registrado en estos observatorios puede deberse a la actividad humana". Olcina citó Murcia, que en 1985 trasladó su observatorio a la huerta. La temperatura mínima en el nuevo observatorio es dos grados menor. Para no confundirse, hay que leer en el barro.

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