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INVESTIGACIÓN | Salud

Nuevos estudios para profundizar en la enfermedad mental

Los especialistas hablan de tres tipos de memoria: a corto plazo, la denominada resistente a la anestesia y la memoria a largo plazo. Pero, ¿cómo se fijan en el cerebro cada una de estas "memorias" y en qué estructuras se localizan? ¿Qué mecanismos intervienen en ello? ¿Qué genes participan en la aparición y desaparición de los recuerdos, o qué ocurre cuando se produce el olvido? Son preguntas para las que los científicos llevan mucho tiempo buscando respuestas, sin que por el momento tengan ni una sola certeza. Sin embargo, los primeros pasos para resolver estos enigmas ya están dados y, si se identifican los genes que determinan los procesos memorísticos y sus mecanismos de actuación, el retraso mental no sindrómico, es decir, aquél sin características externas (el X-frágil, por ejemplo), tendrían, quizá, una solución no lejana.

El biólogo Alberto Pascual, actualmente contratado por el Laboratorio de Investigaciones Biomédicas del hospital Virgen del Rocío de Sevilla, lleva años trabajando con moscas para determinar los mecanismos que intervienen en las distintas memorias y dónde se localizan.

Así, en un reciente estudio publicado en Science el pasado mes de mayo, ha demostrado que el almacenamiento de un recuerdo en forma de memoria a largo plazo lleva asociado a su vez la eliminación de otra memoria de menor duración. Esto ha podido averiguarlo gracias a los trabajos de laboratorio realizados con mutantes de moscas de la fruta (Drosophilas, a las que se les ha eliminado "un trozo de cerebro", explica Pascual en tono coloquial).

Los estudios han demostrado que estos insectos eran capaces de eliminar la memoria menos duradera, pero, sorprendentemente, incapaces de generar memoria a largo plazo. ¿La principal consecuencia? Las moscas mutantes "cuanto más aprenden menos saben", dice Pascual.

Incógnitas por despejar

Pascual ha localizado también en qué zonas del cerebro se almacenan cada una de estas memorias. Pero aún quedan incógnitas por despejar, como qué mecanismos hacen que las neuronas se decidan por una o por otra. "Aún no sabemos qué ocurre en el momento en el que las neuronas deciden olvidar o guardar para siempre una información determinada", explica el biólogo.

En la práctica, las investigaciones de Pascual servirán para avanzar en el conocimiento de las enfermedades mentales. Se trata de caracterizar esos genes que condicionan los procesos memorísticos; una vez localizados, podrían utilizarse como biomarcadores de retraso mental o como dianas terapéuticas para el diseño de fármacos. Pascual espera repetir próximamente estas investigaciones con animales mamíferos y luego con humanos.

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