Gallardón busca el apoyo de Barcelona para pedir que las grandes ciudades sean escuchadas en el Senado
El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, volvió a reclamar ayer, esta vez en Barcelona, que las grandes ciudades tengan voz en el Senado. "¿Qué sentido tiene que podamos hablar en el Comité de las Regiones de la Unión Europea y no en el Senado?", se preguntó el regidor en el almuerzo-coloquio organizado por Tribuna Barcelona. Ruiz-Gallardón, que fue presentado en términos elogiosos por el alcalde de Barcelona, el socialista Joan Clos, buscó la complicidad de la capital catalana para esta reivindicación -que ya adelantó en Madrid el pasado 20 de mayo- y propuso que ambas ciudades dejen atrás viejas rivalidades y unan sus esfuerzos en éste y otros asuntos que a su juicio les son comunes, como la demanda de una ley que les dé un trato singular -Ley Especial para Madrid y Carta de Barcelona- y la mejora de la financiación de los municipios.
La configuración del Senado como una auténtica Cámara territorial no debe limitarse, según el alcalde, a las comunidades autónomas, sino también a las grandes ciudades. "No pido poder votar [en el Senado]", precisó, "pero sí tener la oportunidad de ser escuchado". La oferta de colaboración a Barcelona parte de la base de que los "viejos tópicos" sobre Madrid como "capital política sin alma" y Barcelona como mero centro económico forman parte del pasado y que actualmente ambas ciudades se parecen cada vez más y tienen "retos muy similares". Su tesis es que el Estado de las autonomías, lejos de ser negativo para Madrid como auguraban algunos sectores en la transición, le ha dado un nuevo dinamismo al liberarse del lastre del "centralismo".
La buena sintonía que Ruiz-Gallardón quiere con Barcelona tiene especial relevancia ante la candidatura olímpica de 2012. El alcalde no tuvo reparos en afirmar que el "principal activo" internacional de la candidatura "es la memoria de Barcelona 92" y anunció una futura reunión de todo su equipo con las autoridades de Barcelona para analizar esa experiencia. Clos definió a Ruiz-Gallardón como "cálido, culto y próximo" y añadió que en Barcelona es visto con simpatías por su faceta de "político atípico y díscolo [en el PP]".
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