_
_
_
_
Reportaje:

Víctimas de la dictadura homófoba

Homosexuales encarcelados durante el franquismo piden ayudas similares a las destinadas a resarcir a otros represaliados

Antes de alcanzar la mayoría de edad, Antonio Gutiérrez Dorado abandonó su casa malagueña para huir de la intolerancia familiar y se fue a Barcelona. Pero en aquellos tiempos la intransigencia del régimen franquista ante cualquier conducta que atentase contra los pilares tradicionales de la sociedad se manifestaba en todas partes. Así que Antonio, con 17 años escasos, ingresó en 1970 en la prisión de Barcelona por compartir el cuarto en una pensión con un sospechoso de robo.

Le tocó la segunda galería. "Lo que está ocurriendo en Irak con las torturas y las humillaciones es lo que a nosotros nos hacían", recuerda. Los reclusos comían en sus celdas y dormían sobre colchones rellenos de estropajo, pero en la escala de horrores ambos hechos ocupaban un nivel aceptable. Los menores eran carne de cañón para que los demás presos ejercitasen su violencia. El jovencísimo malagueño sobrevivió allí mes y medio, pero no fue su única estancia intramuros.

En 1972, le detuvieron en el interior de un local donde trabajaba de camarero. Era su día libre, el local era de ambiente, en una época en la que "el ambiente" estaba prohibido y ser homosexual era un delito. Antonio Gutiérrez pasó cuatro meses encarcelado por su orientación sexual, porque desear a otros hombres era más grave que robarles la cartera. "Constituíamos un peligro para el sistema", aclara.

Lo acusaron de ser un homosexual "peligroso", aunque se libró del internamiento en un centro especial -había uno en Huelva y otro en Badajoz-, donde sometían a homosexuales y transexuales a terapias agresivas como los electroshocks para "curarlos", porque cumplió como preso preventivo los cuatro meses de condena dictada contra él por el juez.

Antonio, junto a otros seis represaliados durante la dictadura por su orientación sexual, ha fundado la Asociación de Ex Presos Sociales de España, que batalla en distintos frentes -el jurídico y el político- para avivar la memoria histórica gay, una manera de combatir la homofobia. "La memoria es una manera de luchar contra estos prejuicios", señala el malagueño, que ha cumplido los 52 y gestiona ahora una peluquería en su ciudad natal.

En el ámbito autonómico, la organización reclama el acceso a las indemnizaciones concedidas por la Junta de Andalucía a los represaliados del franquismo, pero Gutiérrez quiere plantearle a la consejera de Justicia, María José López, que apoye la creación de una fundación para arropar a mayores perseguidos por razón de su orientación sexual.

De igual modo, a la vuelta del verano, la asociación espera que el Congreso dé luz verde a la iniciativa parlamentaria para resarcir a todos los homosexuales sancionados con medidas como el internamiento, contempladas en la Ley 16/1970, de 4 de agosto, sobre peligrosidad y rehabilitación social. En la proposición no de ley presentada en mayo por el grupo de Izquierda Verde-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds se pide, entre otros medidas, la destrucción de todas las fichas policiales abiertas en el Ministerio del Interior al amparo de dicha ley y articular "las medidas necesarias para dar compensación moral y económica a las personas afectadas".

En paralelo al movimiento político, la asociación desarrolla acciones judiciales dirigidas también a la supresión de expedientes tramitados en el pasado por razón de la orientación sexual de los destinatarios. La recuperación de la memoria histórica gay ocupará parte de las reivindicaciones de la próxima manifestación del Día del Orgullo Gay, que se celebrará en Madrid el sábado 3 de julio.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_