La izquierda portuguesa celebra el mayor éxito electoral de su historia

En 24 horas, el esquema político portugués sufrió un vuelco que ningún analista pudo adivinar en las semanas anteriores a las elecciones europeas. El Partido Socialista (PS) obtuvo el 45% de los votos, su mayor victoria de la historia, y aplastó a la derecha, que se presentó unida en una coalición entre el liberal Partido Social Demócrata (PSD) y el Partido Popular (PP), la misma alianza que está en el poder. Nunca los socialistas en solitario habían derrotado a la derecha unida. Nunca los partidos de derecha habían logrado tan pocos votos, ya que consiguieron sólo el 34%.

"La dimensión de la derrota es demoledora para el Gobierno", escribió ayer la editora de política nacional del diario Público, Ana Sá Lopes. Y la dimensión de la derrota cobra mayor significado porque, como defiende Sá Lopes, quien cautivó a los electores fue un PS hasta hace poco hundido en la mayor crisis de su historia y que tiene como secretario general a Eduardo Ferro Rodrigues, un líder frágil que "estuvo al borde de la dimisión por el escándalo Casa Pía". El número dos socialista, Paulo Pedroso, fue detenido y acusado de abuso sexual de menores en mayo de 2003, y el propio Ferro fue citado en el proceso. Pedroso quedó libre de todos los cargos hace menos de un mes. "Hoy, Durão Barroso tiene oposición. Se llama Ferro Rodrigues", defiende el editorial del conservador Diario Económico.

La victoria socialista estaba anunciada, pero la diferencia estimada entre PSD-PP y PS antes de las elecciones era de un 5%, tan sólo un pequeño castigo al Gobierno. Dos años después de llegar al poder, y tras un año y medio de recesión, el Ejecutivo luso daba señales de desgaste, insistiendo en un único discurso: son necesarios sacrificios para mantener el déficit público por debajo del 3% del PIB, como pide Bruselas, y el mal estado de la economía es culpa del anterior Gobierno socialista.