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Elecciones Europeas

La izquierda francesa vapulea al partido de Chirac por segunda vez en tres meses

Los socialistas dudan de la "legitimidad moral" del presidente para discutir la Constitución

El Partido Socialista se convirtió ayer en el gran vencedor de las elecciones europeas en Francia, con el 29,5% de los votos, frente al 16,5% de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), el partido de Jacques Chirac. Este castigo al poder ratifica el de las elecciones regionales de hace tres meses, si bien con una participación (42,5%) casi 20 puntos inferior. El líder socialista, François Hollande, pidió a Chirac que reconsidere su pretensión de discutir la Constitución de la UE "en representación del 16% de los franceses", cuestionando así la legitimidad moral -que no jurídica-, del presidente y de su Gobierno.

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El ex ministro y portavoz de la campaña socialista, Jack Lang, pidió al Ejecutivo la paralización inmediata de las dos reformas más importantes planteadas en estos momentos: la ley para recortar las prestaciones del Seguro de Enfermedad y la conversión de la gigantesca eléctrica estatal EdF en sociedad anónima. Ambas figuran en las agendas de esta semana del Parlamento nacional y del Consejo de Ministros, respectivamente.

Sin pedirlo de manera tan expresa, Hollande aseguró que "la política del Gobierno de Jean-Pierre Raffarin no tiene el respaldo de la nación. No tiene credibilidad. Y el jefe del Estado debe, más pronto que tarde, sacar todas las conclusiones que merece el voto de los franceses, sin hacer como que el voto no tiene consecuencias", argumentó el primer secretario socialista.

Chirac y el primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, no aparecieron en toda la noche. La agobiante situación fue salvada indirectamente por Zinedine Zidane y sus compañeros del equipo nacional de fútbol, que mantuvieron el suspense de su primer partido en el campeonato de Europa el tiempo suficiente como para justificar la falta de reacciones políticas. Sólo el presidente de la UMP, Alain Juppé, pretendió defender que su partido había obtenido un resultado mejor que el de 1999: ciertamente, hace cinco años, la lista RPR/DL (antecedente del actual partido chiraquista), encabezada entonces por Nicolas Sarkozy, se quedó en el 12,8%.

Sin embargo, por más profesionalidad que haya demostrado Chirac para aguantar lo que sea, con tal de durar, ayer naufragó el invento de la UMP. Concebido en 2002 como el espacio que iba a reunificar a la derecha francesa, este partido se encuentra bajo mínimos y el ganador es el dirigente centrista François Bayrou, al frente del partido Unión por la Democracia Francesa (UDF), que se resistió a entrar en la operación reunificadora.

El partido de Bayrou rozó ayer el 12% de los votos y esto le permite situarse como tercera fuerza política de Francia, desplazando a la extrema derecha de Jean-Marie Le Pen. La ultraderecha ya no está en la ola ascendente: ayer se quedó en el 10%, un resultado mejor que el de las europeas de 1999, pero seis puntos peor que el de los últimos comicios regionales. Y eso que Le Pen se presentaba ayer personalmente como candidato, mientras que no había podido hacerlo hace tres meses por una dificultad administrativa. También fracasó la extrema izquierda, destinataria de un voto muy bajo.

El conjunto de la izquierda (Partido Socialista, Partido Comunista, Los Verdes) suma ahora entre el 42% y el 43% de los votos, con los socialistas en posición claramente dominante; frente a ese conjunto, todo el centro-derecha apenas roza el 38%.

La clave para recomponer ese sector reside en el centrista François Bayrou, que amaga con proseguir su camino en solitario, lo cual dejaría en una situación imposible a la UMP. El ministro del Interior, Dominique de Villepin -la carta que Chirac puede jugar cuando no le quede más remedio que cambiar de primer ministro- no olvidó anoche destacar "el buen resultado" de la UDF durante su sobria y elegante presentación de los datos.

Para Europa, la caída del voto de los extremos sería un dato muy significativo si no se hubiera producido una abstención tan enorme. Menos de un francés de cada dos se desplazó a los colegios electorales, por lo que resulta precipitado cantar el fin de la extrema derecha o de la ultraizquierda.

De las urnas sale una interpretación europeísta poco definida: el Partido Socialista propugna "una Europa social" y la derecha se limita a apoyar la Constitución tal como está, pero con apoyos electorales menguados. Los electores tal vez están desconcertados de que ese Parlamento europeo que se les "vende" como importantísimo no es el que va a discutir la Constitución europea, sino el colegio de jefes de Estado y de Gobierno nacionales.

El presidente Jacques Chirac, a punto de votar en su colegio electoral de Sarran, en el sur de Francia.
El presidente Jacques Chirac, a punto de votar en su colegio electoral de Sarran, en el sur de Francia.ASSOCIATED PRESS

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