Las puertas del Guadalquivir
Medio Ambiente quiere reducir el impacto ambiental de las presas de Alcalá y Cantillana
Desde hace algún tiempo, la compañía eléctrica Endesa proclama unos firmes compromisos ambientales. En su página web asegura que sus "estrategias empresariales se adaptan a la preservación del medio ambiente".en 1966, cuando terminan los registros de esta actividad, fueron únicamente cuatro los esturiones que pudieron aprovecharse. Así las cosas, en 1970 cierra la fábrica, que señaló en la declaración oficial de baja que el motivo de esta decisión era la "falta de entrada de pescado en el río".
Captura de especies
Además de cortarse el acceso a las zonas de desove, la existencia de las presas facilitó la captura en masa de ésta y otras especies que quedaban atrapadas junto a las compuertas tratando de remontar el río. Las consecuencias no sólo fueron desastrosas para el esturión, sino que también se vieron afectadas otras especies anádromas (que viven en el mar y se reproducen en el río) como el sábalo, también extinto, o la lamprea y la saboga que, en la actualidad se encuentran catalogadas "en peligro crítico".
Entre las especies catádromas (que viven en el río y se reproducen en el mar) también se anotan alteraciones importantes ya que, por ejemplo, la anguila ha visto reducida su área de distribución al curso bajo del río, al no poder colonizar el resto de la cuenca. También se han visto limitados los movimientos de barbos y bogas.
Toda esta información la aporta Carlos Fernández Delgado, responsable del grupo de investigación Aphanius de la Universidad de Córdoba, que desde hace más de dos décadas estudia las comunidades acuáticas del Guadalquivir y cuyos conocimientos han servido para documentar estas alteraciones
Además del efecto barrera,las presas, señala Fernández Delgado, han originado la "fragmentación de poblaciones, uno de los grandes procesos causantes de las elevadas pérdidas de biodiversidad que se observan hoy día". Una única población de organismos acuáticos, que se distribuye de forma continua, es dividida en otras de menor tamaño, lo que origina su empobrecimiento genético. En definitiva, advierte, "las posibilidades de extinción de una especie aumentan conforme se reduce su tamaño".
El segmento de río que ha quedado entre la presa de Alcalá y la de Cantillana también se ha visto modificado, ya que el cauce no discurre de forma natural. Los sedimentos que arrastran las aguas quedan retenidos en los embalses hasta su periódica y brusca liberación, mediante la suelta selectiva de aguas turbias, procedimiento, alerta este biólogo, "que puede generar un gran estrés en los ecosistemas acuáticos río abajo". Pero, al mismo tiempo, también quedan atrapados los nutrientes, lo que hace que disminuya la productividad del curso bajo del Guadalquivir.
Y a estas circunstancias habría que sumar las modificaciones en la calidad del agua, los cambios en la vegetación de ribera y las repercusiones de todos estos factores en el propio equilibrio del estuario del Guadalquivir en su conjunto.
Un problema particularmente grave es el de las especies exóticas, que, en muchos casos, aprovechan la desaparición de las autóctonas para ocupar su lugar. De esta manera, las presas han venido a facilitar la supervivencia de peces ajenos a estos hábitats, hasta el punto de convertir la zona entre embalses en foco de expansión de estos organismos foráneos.
Las presas de Alcalá del Río y Cantillana pertenecen a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, aunque los derechos de explotación de las mismas fueron concedidos a Endesa.
Como explica Carlos Fernández Delgado, "los beneficios de tal explotación son de esta empresa y sus accionistas, pero los costes ambientales que venimos señalando los repartimos entre todos los andaluces". Así las cosas, razona, "las medidas compensatorias tendrían que ser obligadas".
Deberían estudiarse en profundidad, propone este biólogo, las condiciones socioeconómicas y el estatus legal de ambas presas, así como la situación de las comunidades acuáticas de la zona afectada.
Toda esta información serviría para precisar las modificaciones necesarias en el manejo de ambos embalses, aunque las opciones disponibles están bastante claras. "Podría recurrirse a la demolición, a la apertura permanente, a la apertura estacional o a la permeabilización mediante el establecimiento de pasos para peces", precisa Fernández Delgado.
En cualquier caso, y mientras se resuelve esta decisión, condicionada al entendimiento con Endesa, habría que adoptar "medidas ambientales inmediatas, para reducir la presión humana en este tramo fluvial". Así, debería prohibirse toda actividad de pesca en los últimos 300 metros aguas abajo de las presas, sería necesario eliminar los vertederos que se disponen junto al cauce y ordenar aperturas temporales de las compuertas para facilitar el tránsito de la fauna.
A largo plazo, concluye este especialista, habría que sentar las bases de un plan de manejo global de la flora y la fauna.
sandoval@arrakis.es
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