Germán Gullón critica los "vicios" del mercado literario

Autores convertidos en marcas comerciales, suplementos culturales que priman, una y otra vez, a los mismos, un mercado saturado, los libros convertidos en atractivos objetos para no lectores. En definitiva, una literatura desorientada. Germán Gullón (Santander, 1945) analiza en Los mercaderes en el tempo de la literatura (Caballo de Troya) la situación del mercado español, "sus vicios y sus quejas".

Bajo títulos y subtítulos como El autor literario como marca comercial, El libro-espectáculo, Los premios literarios, La demonización del reseñado o Literatura y literatura mercantilizada, Germán Gullón retrata una industria que, pese a las apariencias, no pasa por sus mejores momentos. "Yo creo que mucha gente se queja, muchos autores, muchos editores y muchos lectores. Estamos ante un mercado saturado en el que es muy difícil orientarse. La literatura es demasiado literaria, refleja muy poco el mundo".

Catedrático de español en Amsterdam, Gullón ofrece un panorama personal (un espejo, dice él) en el que editores, autores, profesores universitarios, críticos y lectores conforman un complejo paisaje. Autores-marca (muy pocos) que distorsionan la realidad: "Miuccia Prada, la diseñadora italiana, lo dice claramente: una marca es una ficción", escribe Gullón, que añade: "A los libros en la actualidad cabe denominarlos libros-espectáculos. Incluso es posible afirmar, sin caer en la exageración, que muchas novelas o libros más bien se escenifican que publican".

"El problema es que cada vez importa menos lo que dice el libro, la educación literaria es cada vez peor. La literatura ofrece una experiencia paralela y complementaria a la vida, pero eso cada vez importa menos. Se lee por leer y no para aprender. Comparado con Holanda, la literatura joven o de inmigrantes es sencillamente pobrísima".