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Gaultier expone en París su 'moda pan' y se compara con un repostero

La Fundación Cartier expone vestidos y objetos hechos de harina

La Fundación Cartier de París ha decidido celebrar sus 20 años de existencia encargándole al modista Jean Paul Gaultier el privilegio de metamorfosear su sede, diseñada por el arquitecto Jean Nouvel. Gaultier ha utilizado miles de barras de pan para una colección efímera, tal y como corresponde a las creaciones de Gaultier. "Soy un artesano, como un panadero o un repostero", asegura el creador.

"El arte no es efímero, atraviesa la evolución de la sociedad. La moda, sí. Se limita a reflejar esa evolución. Y es por eso que yo no soy un artista", dice Jean Paul Gaultier. Y es por eso que a su artesanía de dedal y aguja ha querido sumar la de preparar la masa con las manos antes de introducirla en el horno. Miles de barras de pan -más de 10.000- convertidas en cortinas vienen a ratificar la declaración del modista: las barras rodean todo el interior de la planta baja del edificio y evitan así que entre la luz.

Salvador Dalí jugó con el carácter sagrado del pan, lo relacionó tanto con su condición de alimento básico para millones de personas como con la historia de su transustanciación, de su conversión en cuerpo divino.

Gaultier es más modesto, sólo quiere jugar con su textura, con las sorpresas que salen del horno. El artesano amasa la mezcla de harina, agua, sal y levadura, le da forma, la modela y, bajo las intuiciones de Gaultier, intenta convertir ese pan en gafas, paraguas, collares, en corsé para senos cónicos o en sombrero de copa si no es que las distintas hogazas, de formas convencionales y apetecibles, tienen que someterse a la estructura de unos insólitos miriñaques de mimbre.

La materia, pensada para ser comida, para resistir al calor sólo hasta cierto punto, se agrieta, se rompe, se niega a plegarse al capricho de Gaultier, y eso hace aún más evidente el juego. "Soy más reactivo que creativo", dice el estilista. "Es cuando veo cosas o materiales sometidos a una ruda prueba cuando mi imaginación se pone en marcha. El pan, no es ningún secreto, es el alimento base, pero para mí también es una materia muy bella. Se somete a la mano del hombre pero, al mismo tiempo, tiene reacciones imprevisibles".

Recién hechos

Para la exposición Pain Couture, que va a durar hasta el 10 de octubre, Jean Paul Gaultier ha inventado ropa y complementos de vestuario en pan. Ha propuesto algunas de sus creaciones como ropa ideal para ir a comprar a la panadería y ha comparado los senos turgentes que asoman por el escote con panecillos recién hechos. También ha querido ser panadero, y de ahí que parte de la Fundación Cartier acoja ahora toda la maquinaria para elaborar pan. Así, diariamente, una serie de artesanos que ofrecen al visitante cruasanes o barritas de pan a rayas, chocolateadas, o con formas que recuerdan los célebres frascos de perfume del diseñador francés.

La operación es original y simpática, pero también sintomática. Simpática porque Gaultier -que trabaja en el universo de la moda desde los años setenta y es uno de sus indiscutibles grandes nombres- es un hombre que ha mantenido siempre un gran nivel de inventiva. Sin tomarse nunca demasiado en serio, Gaultier es un creador que no pretende jugar en una división superior a la que le condenan sus juegos con la belleza efímera.

Pero, además, Pain Couture es una exposición sintomática porque la Fundación Cartier, como otros prestigiosos lugares del arte contemporáneo, ha borrado todas las barreras entre las distintas formas de creatividad y acepta la desaparición de las jerarquías. Tras el pop, tras el minimalismo, tras los conceptuales o los povera, modistas, futbolistas, peluqueros o cocineros pueden asomarse al museo como protagonistas, es decir, como productores de obra en consonancia con la época.

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