Somoza da su versión del purgatorio dantesco en 'La caja de marfil'
La frase de Dante oficia de clave de interpretación porque lo que parece real en La caja de marfil (Roquedal, el pueblo andaluz donde se centra la acción; Quirós, "un asesino profesional en horas bajas", y Nieves, la profesora de "profundas convicciones morales", que la protagonizan), a la larga no lo es tanto. "Yo no creo en la literatura realista", se excusó el autor. "Cada libro impone su propia realidad. Hay más elementos reales que en otras novelas mías: desaparece una adolescente, hay violencia juvenil, drogas... Pero he intentado reflejar una realidad compleja, profunda y misteriosa, porque los libros han nacido para hablar de las cosas que están ocultas". El autor prefirió alimentar el misterio del título: "Hay muchas cajas en esta novela; la de marfil puede ser considerada un símbolo, pero deberá abrirla el lector".
La caja de marfil se dispara con la fuga de Soledad, la hija adolescente de un magnate madrileño. Su búsqueda asociará a Quirós, encargado de los trabajos sucios del padre de la chica, y a Nieves, una tutora encandilada por la imaginación que la muchacha despliega en los cuentos que escribe en secreto.
Fracasados
Somoza define a sus criaturas como "antihéroes, fracasados", y los condena a rumiar el ayer: "Cada uno de ellos purga su pasado, y la búsqueda de Soledad acabará siendo la búsqueda de ellos mismos".
Ganador de varios premios (Café Gijón 1998, y Fernando Lara 2001, entre otros) y curioso en materia de géneros, Somoza odia que lo encasillen: "Lo policiaco es sólo una herramienta", se apura a decir.
Algo con lo que coincidió el escritor Diego Doncel en la presentación: "Es una historia contada desde la frontera entre la realidad y la fantasía. O mejor, desde los ángulos de fantasía que adquiere la realidad".
Sueños y obsesiones pueblan una trama en la cual "la muerte sobrevuela a todos los personajes". Además de la intriga, José Carlos Somoza persevera en otro de sus temas: lo metaliterario.
Babelia
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