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LA POSGUERRA DE IRAK | Análisis

Brahimi queda con las manos atadas

El enviado de la ONU no logra nombrar un Gobierno independiente en Irak

Cuando Lajdar Brahimi, el enviado de Naciones Unidas, llegó a Irak a principios de mayo, declaró que iba a recorrer todo el país en busca de nuevos gobernantes, que iban a ser más independientes de la influencia norteamericana. Ahora que se acerca el fin de su misión, los iraquíes descubren que su tarea no era tan sencilla. A falta de uno o dos días del anuncio de sus candidatos para el futuro Gabinete, los nombres que se vislumbran sugieren que el resultado del trabajo de Brahimi será más una reorganización que una revolución, menos un nuevo reparto que otra versión de las mismas caras.

La razón, según empiezan a decir algunos iraquíes, ha sido el inesperado apoyo de los dirigentes estadounidenses y sus aliados al Consejo de Gobierno Iraquí junto a la extraña pasividad de Brahimi, cuando se esperaba que iba a tener carta blanca. El peligro, dicen estos iraquíes, es que el nuevo Gobierno puede acabar pareciéndose demasiado al antiguo, un consejo designado por Estados Unidos y que no ha ganado el apoyo popular. Si esto se confirma con el anuncio de los elegidos, el nuevo Gobierno podría carecer de la necesaria credibilidad para dirigir el país en el difícil periodo que debe llevar a la organización de elecciones el año que viene.

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"Si la idea de este proceso es complacer al Consejo de Gobierno y a los actores políticos, fracasará a corto plazo", afirma Leith Kuba, un líder iraquí que vive en Washington. "Los iraquíes no lo aceptarán". Hasta ahora, parece que Brahimi recurre principalmente al Consejo. En su primera decisión, anunciada el viernes, aceptó para el puesto de primer ministro la candidatura de Ayad Allawi, un hombre de este mismo Consejo conocido por sus vínculos con la CIA. Una persona conocedora de las negociaciones asegura que el enviado de la ONU ha sido forzado por los norteamericanos a aceptar este nombre, que no era su primera opción.

El sábado se decía que Brahimi iba a entregar cinco de las ocho principales carteras a miembros del Consejo designado por Estados Unidos o a hombres de su Administración. El domingo, las alianzas cambiaron cuando el representante de Naciones Unidas se unió a los dirigentes norteamericanos para nombrar el nuevo presidente. Esta reunión, aparentemente, provocó el enfado del Consejo de Gobierno Iraquí que acusó a Brahimi y Paul Bremer, el jefe de la Administración estadounidense en Irak, de intentar imponer el único verdadero cargo representativo. "Estados Unidos quiere imponernos estas decisiones, y nosotros intentamos rechazarlas", dice Mahmud Othman, un miembro del Consejo crítico con la actitud de Bremer y Brahimi. "Y hablan de soberanía".

Tal como lo había prometido, Brahimi recorrió todo el país para saber lo que los iraquíes esperaban del nuevo Gobierno. Al principio dijo que quería nombrar un Gabinete de tecnócratas y expertos que se mantuvieran fuera del combate político. Pero cuando propuso un nombre para el cargo de primer ministro -Husein Shahristani, un científico nuclear chií-, se topó con la oposición de los líderes de los partidos políticos chiíes que querían el puesto para ellos.

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En vez de buscar una solución negociada, como lo ha hecho en otras ocasiones, Brahimi, aparentemente, se sometió al deseo de Estados Unidos, que apoyaba la candidatura de Allawi. Mientras los norteamericanos dicen que ésta ha sido la elección de Brahimi, sus colaboradores aseguran que sólo la aceptó después de que fuera recomendada de forma agresiva. Una persona que participó en las negociaciones afirma que el representante de la ONU se enfrentó a un hecho consumado después de que el enviado del presidente Bush en Irak, Robert D. Blackwill, haya convencido al Consejo de Gobierno de apoyar a Allawi.

Se dice que Lajdar Brahimi, un antiguo ministro de Asuntos Exteriores de Argelia, estaba preocupado por los vínculos de Allawi con la CIA y la probabilidad de que pareciera demasiado afín a Estados Unidos para los iraquíes. Después del anuncio de su nombramiento, el enviado de la ONU no quiso hacer comentarios, pero sugirió por primera vez que su papel había sido mucho más limitado de lo previsto. "A veces la gente cree que voy por libre aquí, que tengo carta blanca para hacer lo que quiero", dijo en una entrevista la semana pasada.

La elección de Allawi refuerza el inesperado papel del Consejo de Gobierno, cuyo mandato está a punto de expirar, lo que puede explicar que algunos de sus miembros se agarran a la posibilidad de entrar en el nuevo Gabinete. Las encuestas de opinión demuestran que para los iraquíes, el Consejo de Gobierno ha sido poco más que el portavoz de Estados Unidos.

George W. Bush (izquierda) y Donald Rumsfeld, en el cementerio de Arlington.
George W. Bush (izquierda) y Donald Rumsfeld, en el cementerio de Arlington.REUTERS

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