Una ciudad con expectativas turísticas
Valencia confía en la Copa del América como resorte del turismo sin apostar por la playa como principal potencial
El turismo hacia Valencia se perfila como uno de los principales efectos de la Copa del América, incluso el director general del Consorcio 2007, José Salinas, ha vaticinado que la ciudad "alcanzará por fin una proyección turística internacional" con este acontecimiento deportivo, lo que aumentará su peso turístico "con un componente de demanda de calidad". Salinas acaba de reforzar este optimismo con los datos del Informe de coyuntura turística en Valencia del primer trimestre. Entre enero y marzo, unas 260.000 personas visitaron la ciudad, un 10% más de las que lo hicieron en el mismo período en el año anterior. También ha destacado que el turista se queda en la ciudad 3,75 días, uno más que el período de estancia medio registrado en 2003, y se gasta alrededor de 168 euros cada día en el hotel, las comidas, el ocio y las compras. Además, según sus cálculos, para este año están previstas 100 escalas de grandes cruceros (unos 100.000 visitantes que gastarán 16,3 millones de euros en la ciudad).
Las previsiones y sondeos oficiales apuntan hacia el incremento de visitantes
Los expertos alertan ante la falta de producto turístico en la ciudad
En el análisis oficial, alrededor de un millón de visitantes al año llegan a Valencia "principalmente atraídos por su oferta cultural, de ocio y deportiva, sus playas, su gastronomía y, también, por el buen clima y hospitalidad de sus gentes". Además, un reciente sondeo del mismo consorcio realizado en Madrid, Barcelona y Sevilla señala que el 94% de encuestados ha oído hablar de la celebración de la Copa del América. De ellos, el 77% de madrileños, el 76% de sevillanos y el 57% de barceloneses consideraría Valencia para pasar sus vacaciones, y entre los elementos más valorados de la ciudad destacan el clima, el mar y las playas. Sin embargo, en los propósitos estratégicos no se contempla el turismo de playa como potencial de la ciudad, sino como complemento.
De acuerdo con los datos manejados por los expertos, más del 90% del turismo real corresponde a las playas: el 78% de los flujos turísticos extranjeros se produce hacia ellas y también más del 50% de los españoles. En España hay unas dos mil playas vírgenes o rústicas, sin ningún tipo de urbanización y con un nivel de frecuentación bajísimo. Sin embargo las playas urbanas son las más frecuentadas. En España sólo hay 80 y la Comunidad Valenciana tiene el 40%, sin contar el área metropolitana de Valencia, que tiene un 16% del potencial de playas urbanas entre el sur de la ciudad y la zona norte, en la actualidad ocupadas por el trazado de la AP-7. "Es la ciudad que tiene mejor sistema de playas para su tamaño de toda Europa, con el mejor clima", explica José Miguel Iribas, uno de los principales especialistas españoles en sociología turística.
La división del tiempo en las áreas de playa urbana más valoradas se establece en mañana de playa, tarde de ciudad y noche de cena, baile o paseo, y ése es un producto que Valencia "tiene al alcance", con un segmento medio-alto de cuatro estrellas, distinto del turismo convencional, para el que podría configurar un producto atractivo de estancias de 10 o 12 días. A Iribas le parece "gravísimo" que no se haya generado producto, ya que "el turista cada vez compra menos incertidumbres" y "el producto es una certeza". "Además, compra monitorización del tiempo, y lo peor que le puede ocurrir es que diga: '¿Y ahora qué hacemos?' Sospecho que en Valencia el turista se lo está preguntando constantemente", presiente.
El sociólogo considera que Valencia tiene argumentos culturales de "segunda fila" y pone el ejemplo de la guía Michelin de Europa, que la menciona casi de pasada y sólo destaca La Lonja y el Palau de la Generalitat. "Está considerada como una ciudad que puede merecer la pena acercarte a ella si pasas cerca, pero no como para ir adrede", relata. Desde su punto de vista, la oferta cultural que se ha generado, como la Ciudad de las Ciencias, está falta de contenidos, mientras que la que sí lo tiene no está puesta en valor, como es el caso del Museo de Bellas Artes. El sociólogo estima que Valencia tiene una oferta de acontecimientos "enormemente rica como complemento pero no suficientemente atractiva como elemento impulsor". En su análisis, tendría mejor oferta cultural si aumentara su flujo turístico, lo que permitiría financiar estructuras como la Ciudad de las Artes y las Ciencias, que necesita unos cuatro millones de visitantes anuales para mantenerse. Pero para empezar, el aeropuerto de Valencia sólo garantiza a las agencias europeas un vuelo diario, lo que deja a Valencia incomunicada con mercados de demanda como el inglés, que mueve magnitudes de millones de turistas al año.
Respecto al cacareado "turismo de calidad", Iribas advierte de que "el único turista de calidad es un turista de tres y cuatro estrellas que venga, porque el otro ni viene ni va a venir", puesto que los hábitos del turismo de lujo apenas se han movido en siglo y medio. "Empezó en la Costa Azul y todos los intentos que ha habido por moverlo han funcionado mal, y el caso de Marbella es paradigmático", expone. En cuanto al posible turismo que puede atraer la vela, manifiesta una gran desconfianza. "Todos los destinos finalistas que conozco tienen unos desequilibrios estructurales extraordinarios", razona, y cita el caso de Tarifa que tiene una ocupación media anual en torno al 20%. "Se produce un desequilibrio estructural porque en la pareja sólo se lo pasa bien uno y el otro se aburre y decide no volver", ilustra. "Nunca he creído en turismos finalistas sino en operaciones especializadas dentro de estructuras generalistas que permiten dar cobertura y servicio a todas las necesidades de la gente. Dentro de eso sí que puedes introducir un elemento especializado de alto nivel", concluye.
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