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VALENCIA 2007

Hoteles y restaurantes

Miquel Alberola

En datos de 2003 Valencia dispone de dos hoteles de cinco estrellas (524 habitaciones), 18 de cuatro (2.692) y 20 de tres (1.804). En pocos años, los que más han crecido son los de cuatro estrellas, que han pasado de 12 a 18. Sin embargo, los ingresos por habitación han caído un 10% entre enero y febrero respecto al año 2003. Con todo, el principal problema que apunta Iribas es que la hotelería turística no es demasiado compatible con la urbana. Los hábitos horarios e indumentarios son diferentes, lo cual plantea una difícil convivencia por las noches y en el servicio de desayunos, que debería abrir durante ocho horas. "Hay que segregar la hotelería de negocios de la turística porque responden a filosofías distintas. El hombre de negocios necesita habitaciones con calidez y confort porque le interesa poder trabajar, mientras que el hotel turístico lo que necesita es que el cliente esté el mínimo tiempo posible en la habitación porque allí no consume", describe.

También constituyen un problema los restaurantes de los hoteles, según la valoración del gastrónomo Alfredo Argilés, autor de varios libros sobre la materia. Mientras Madrid y Barcelona tienen grandes restaurantes en hoteles (La Broche en el Miguel Ángel Occidental o Sant Celoni en el Hesperia), en Valencia no existe parangón. Comparada con Madrid y Barcelona, Argilés considera que Valencia tiene "razonablemente buenos restaurantes", aunque a menudo tiene "mejor materia prima que restaurante". "Hay restaurantes con una materia prima increíble y que son un desastre, sin criterio de bodega, mal servicio...", explica. "En eso Madrid y Barcelona, incluso Sevilla, nos dan trescientas vueltas", diagnostica. "Tenemos restauradores, tenemos primera materia y tenemos platos capaces de competir con cualquiera, pero no tenemos ni idea de servicio y no queremos gastar un duro en elementos que hacen que un restaurante suba de nivel, como por ejemplo comedores privados, guardarropa o guardacoches en la puerta", enumera. Pese a esa impresión general, destaca que la ciudad dispone de una notable lista de establecimientos en los que "se come francamente bien, con vinos fabulosos, servicio magnífico y buena decoración y comodidad".

Otros espacios deficientes en la ciudad, según su criterio, son los locales de copas para extender las sobremesas fuera del restaurante, que, generalmente, "trata de desalojarte enseguida". "Por las tardes no existen demasiadas alternativas donde tomar el segundo café, una copa, fumarte un puro y continuar hablando hasta que salga el tren o el avión", deplora. Además, considera que los únicos sitios a los que se puede ir por la noche después de cenar "son inhóspitos, con mucho ruido".

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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