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Maragall hace un guiño a las ONG y habla del efecto negativo de "la dinámica del mercado"

El presidente de la Generalitat se reúne en Tánger con cooperantes catalanes

Francesc Valls

Pasqual Maragall dio ayer en Tánger (Marruecos) una de cal y otra de arena. Criticó los "efectos negativos de la dinámica del mercado", en un guiño a los movimientos agrupados en las ONG. Pero compensó este talante con las críticas al intervencionismo estatal. Maragall evitó las referencias a la situación política marroquí e insistió en las halagüeñas perspectivas económicas, que pueden ayudar a la transformación del país vecino en un sentido similar a como se transformó España posfranquista.

La vertiente de liberal de izquierdas del presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, salió ayer a relucir en Tánger (Marruecos), durante el último día de la primera visita oficial de su mandato. Antes de su encuentro con las organizaciones no gubernamentales (ONG), el presidente catalán abogó por su conocida tesis de "menos Estado" para justificar que no es necesario un departamento de relaciones exteriores de la Generalitat y remachó el clavo apostando por establecer "complicidades no fáciles" con el Gobierno español en materia de inmigración. Pero en su vertiente más social, al presidente de la Generalitat no se privó de hacer un guiño al sector de la cooperación al asegurar que la "dinámica del mercado por ella misma puede tener efectos negativos".

La de ayer fue una jornada compleja para el presidente de la Generalitat, que tuvo que navegar entre los procelosos mares del mercado y de la pobreza, dos océanos que sobre los mapas no chocan, pero a los que la realidad cotidiana se empecina en confrontar. Marruecos es un país económicamente similar a la España de los años sesenta, sentenció ayer Maragall. El país magrebí tiene un índice de analfabetismo que roza el 40% de la población y la inmigración (más de 200.000 personas en Cataluña) se ha convertido en una fuente de ingresos y, consiguientemente, de estabilidad política para el país.

La incipiente democratización, sobre la que el presidente de la Generalitat ha pasado de puntillas, presenta aún muchas lagunas dada la condición religioso-política del rey Mohamed VI, emir de los creyentes, y su capacidad de nombrar ministros y gobernadores regionales con poderes superiores, en ocasiones, a los de los miembros del Gobierno. En ese cóctel no falta la concentración del poder económico en pocas manos. No obstante, a juicio del presidente de la Generalitat, la tasa de crecimiento anual le hace albergar esperanzas de un despegue económico similar a la revolución que aportó la ansiada clase media a la España posautárquica.

"Ellos tienen la ventaja de nuestra experiencia", apuntó un Maragall completamente seducido por la iniciativa privada, ya sea en el terreno de la cooperación o de la inversión. Así, el presidente de la Generalitat renovó con un acto de fe su confianza en una sociedad civil que lucha por el crecimiento y por su corrección, una pugna que en ocasiones se asemeja al duro y paciente trabajo de la esposa de Ulises y en el que el Estado, la Administración, muchas veces no hace más que entorpecer, a juicio de Maragall. "Les invito a analizar dentro de un par de años las políticas que hemos desarrollado y verán como son más importante los impulsos, las iniciativas, que las competencias", aseguró convencido el presidente de la Generalitat.

El mensaje de Maragall no por conocido dejó de sonar impactante a los cooperantes catalanes, que tuvieron que chocar con muchas incomprensiones burocráticas a la hora de practicar su política de ayuda durante el terremoto que recientemente sacudió la zona norte de Marruecos. Ante el secretario de Cooperación Internacional, Jesús Maestro, y representantes de las organizaciones no gubernamentales, el presidente de la Generalitat quiso volver a rendir tributo a uno de esos hombres de la sociedad civil que se empeñan en tareas titánicas. Y ahí, al igual que anteayer, volvió a subrayar el nombre de Pere Duran Farell en su voluntad de llevar el gas hacia España a través de países con una compleja situación de vecindad.

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La diferencia

El viaje del presidente Pasqual Maragall ha tenido un aire distinto al de los que realizaba Jordi Pujol. Maragall remachó la idea de que Cataluña se hará respetar en el mundo por sus proyectos económicos o culturales, y no por vender sólo signos que se envuelven con una bandera. "Venimos a Marruecos con el nombre de Cataluña por delante, porque Cataluña debe hacerse respetar", subrayó, mezclando señas catalanistas con la guarnición del liberalismo de izquierda con el que impregna sus mensajes, que en ocasiones ataca los nervios a sus socios de Gobierno y a su propio partido. Maragall practica el ecumenismo. Viaja con un consejero de ERC, Pere Esteve, y un secretario de cooperación, Jesús Maestro, de la misma fuerza. Al primero lo invitó a la audiencia con Mohamed VI; el segundo anticipó en Tánger la voluntad de cooperación catalana en Haití.

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