El crecimiento económico de México no reduce las enormes diferencias sociales

Hipando casi, una doméstica imploró a su empleador un adelanto de 600 dólares, buena parte del salario de dos meses, para el ingreso hospitalario de su padre, campesino. ¿Y no les ayuda el seguro social? "No. Sólo cuando mi papá lleve más de un año en el hospital". La macroeconomía de México, país anfitrión de la III Cumbre Unión Europea-América Latina y el Caribe del próximo viernes, funciona, pero al igual que en la región no acelera la cohesión social, uno de los temas esenciales del cónclave, ni el bienestar de la ciudadanía pobre. Los problemas son arraigados, de fondo y no se atajan: 41,5 de los 104 millones de mexicanos carecen de seguridad social, según un informe parlamentario.

Lejos de acometer éste y otros dramas con consensos y reformas estructurales, la clase política converge en el desplume del adversario porque la sucesión presidencial de 2006 ocupa ya su agenda. "Es tal el desorden que impera en nuestro ámbito político que Letras Libres dedica su último número a señalar un problema concreto: el bajo nivel de discusión de los asuntos públicos", señala el director del semanario, Enrique Krauze. "Proponemos una solución: organizarnos para debatirlos con altura y dar cauce a los problemas que el Ejecutivo y el Congreso han sido incapaces de destrabar".

Unas reservas de 60.000 millones de dólares y el calculado crecimiento de 3,5 puntos de este año no solucionarán problemas como el siguiente: el 67% de la población activa, cerca de 18,4 millones de personas, y el 42,1% de los asalariados carecen de seguridad social adecuada, según un informe de la Comisión de Seguridad Social de la Cámara de Diputados. Las diferencias sociales en México y en el resto de América Latina, con más del 50% de sus habitantes en la pobreza, según el promedio, son sangrantes e impiden la cohesión social exigida por la integración, eje de la cumbre de Guadalajara. Un Estado saneado y el repliegue del "capitalismo salvaje" son metas de obligado cumplimiento, según el grueso de los analistas.

La doméstica llora porque su padre se le muere, mientras al ex ministro de Hacienda José Ángel Gurría y a otros funcionarios del PRI durante el Gobierno de Ernesto Zedillo (1994-2000) se le asignaron 8.000 dólares mensuales de jubilación al cumplir los 15 años de cotización. La pensión de los magistrados de la Suprema Corte de Justicia alcanza los 12.000 dólares. El Instituto Mexicano del Seguro Social, con sus finanzas en peligro, cuenta con 12 millones de afiliados y sus familias. La disparidad afecta también a este organismo estatal: sus 364.000 empleados se jubilan con el 140% de su último sueldo, mientras que la mayoría de sus compatriotas lo hace con uno o dos salarios mínimos.

Las distorsiones son numerosas y las arcas públicas necesitan fondos. La no aprobación de las reformas fiscal, energética o laboral causó pérdidas por más de 7.000 millones de dólares en inversión extranjera directa, de acuerdo con el Ministerio de Economía. El convencimiento de que el sexenio de Vicente Fox acentuó las libertades, pero acabará sin haber podido culminar otras promesas esenciales es generalizado. "Lamentablemente estamos en el debate de los escándalos políticos", se quejó el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz.

Las transformaciones para acortar la distancia entre jubilaciones de 11.000 dólares y salarios mínimos de 200, deberán ser profundas. "¿Qué hacemos, por ejemplo, con los excedentes petroleros?", se preguntaba un analista. Esos ingresos han servido para financiar gasto corriente y deuda pública.

También se multiplicaron las remesas de los inmigrantes, hasta los 14.000 millones de dólares el pasado año, que llegan a una de cada cinco familias mexicanas. La inercia económica y política es dañina. "El país no tiene un proyecto nacional. ¿Cuál es el proyecto nacional? ¿El de las querellas?, afirmó Porfirio Muñoz Ledo, embajador mexicano en Bruselas, en una entrevista con el diario El Universal. "Lo que se debe hacer es reformar las instituciones y llevar los consensos". A corto plazo, los consensos parecen más una quimera que una probabilidad.