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Columna
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Moviola

Enrique Gil Calvo

El Parlamento ha decidido crear una comisión de investigación para esclarecer la conexión entre la matanza del 11-M y el vuelco electoral del 14-M. Y como adelantó el catalanista Duran, hay como para echarse a temblar, pues a partir del 15-J (a 100 días del 14-M) se va a poner en marcha una feroz moviola política que nos va a amargar el verano sin posibilidad de evitarlo. Curioso instrumento, éste de la moviola. En realidad se trata de la máquina que usan los cineastas para editar su película en la sala de montaje, cortando los planos en fragmentos que pegan unos tras otros a fin de crear en el espectador una ilusión narrativa. Pero desde la transición se llama también moviola a las revisiones de los partidos que ya se han jugado para buscar las faltas que quedaron impunes por los fallos arbitrales. Todo ello con la intención no de cambiar el resultado, ya inamovible, sino de editarlo, en el sentido de reinterpretarlo como justo o injusto.

Pues bien, eso mismo es lo que va a suceder ahora con la revisión parlamentaria de los acontecimientos de marzo. No se trata de cuestionar el resultado electoral sino de editar interesadamente la película de los hechos, denunciando las posibles faltas entonces cometidas por Gobierno y oposición, así como los supuestos fallos arbitrales de las autoridades públicas y los observadores mediáticos. Pues lo que se pretende con esta comisión es proceder no tanto al establecimiento de los hechos como a la calificación de los mismos (framing), enjuiciándolos como legítimos o ilegítimos. Lo cual implica entablar una batalla por la opinión, en la que sólo se busca desacreditar al contrario porque está en juego la propia reputación.

Para adivinar lo que nos espera, puede atenderse a sus dos antecedentes más claros. El primero es el más inmediato, pues ocurrió hace sólo un año, cuando en la Asamblea de la Comunidad de Madrid se abrió una comisión para investigar la presunta trama inmobiliaria que, según los socialistas, habría comprado las voluntades de los dos diputados tránsfugas que invirtieron el resultado de las elecciones autonómicas del 25 de mayo. Aquella comisión naufragó a lo largo del bochornoso verano por el ventajista y marrullero juego sucio del PP, que dio lugar al más vergonzoso espectáculo político visto hasta ahora. Pero este verano que viene aún podría ser peor.

El otro antecedente es más lejano, pero su comparación quizá sea más pertinente. Me refiero a la denuncia de una conspiración mediática contra el presidente González que hizo el partido socialista para justificar su derrota de 1996. Aquella conspiración se atribuía al llamado sindicato del crimen, y más tarde fue confirmada por unos de sus principales muñidores. Y la denuncia pretendía convertir la derrota en injusta, alegando que sólo se habría producido como consecuencia de la manipulación mediática sufrida por los electores. Pues bien, exactamente lo mismo es lo que ahora pretende el PP con esta comisión: convertir su derrota del 14-M en injusta, al haberse producido tan sólo como consecuencia de la manipulación mediática sufrida por los inocentes electores. Sólo que ahora la conspiración ya no sería obra de aquel sindicato del crimen sino del grupo PRISA.

¿Qué pasará? El PSOE tiene poco que ganar, pues su único objetivo es refutar la extendida sospecha de que su victoria del 14-M se debió a la masacre del 11-M. Así que lo tendrá difícil. En cambio, como el PP no tiene nada que perder, podría cumplir sus dos grandes objetivos. El primero es deslegitimar la victoria del PSOE, para lo que cuenta con reequilibrar la balanza de la presunta manipulación mediática. El público ya sabe que el Gobierno manipuló desinformando, pero ahora se trata de convencerle de que la oposición también lo hizo, al informar sesgadamente. Y el segundo gran objetivo del PP es desacreditar el talante de ZP, a fin de romper a los 100 días su luna de miel con el electorado. Y para eso nada como sustituir el diálogo por la crispación. Menudo verano nos aguarda.

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