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El Metropolitan muestra la colección personal del galerista Pierre Matisse

El museo de Nueva York recibe un centenar de obras como donación del hijo del pintor

Un retrato del marchante de arte Pierre Matisse, firmado por Balthus en 1938, preside la entrada a la muestra The Pierre and Maria Gaetana Matisse Collection, que se inauguró esta semana en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York. El hijo menor del pintor Henri Matisse fue uno de los más importantes galeristas y coleccionistas de arte durante medio siglo. Tras su muerte en 1989, su esposa, Maria Gaetana von Spreti, creó una fundación en su nombre de la que proceden las más de 100 obras donadas al Metropolitan, que formaban la colección personal de la pareja.

La primera de las tres exposiciones, que se podrá ver hasta el próximo 26 de junio, es, a pesar de su reducido tamaño, la más interesante puesto que ofrece una selección de 53 piezas creadas entre 1911 y 1964 por 16 artistas representativos del siglo XX, y entre los que hay nombres claves para la historia de la modernidad pictórica como Henri Matisse, Marc Chagall, André Derain, Alberto Giacometti, Yves Tanguy o el español Joan Miró.

En septiembre y en febrero la exposición cambiará para mostrar obras de artistas asociados a los últimos años de vida de la galería de Pierre Matisse, entre los que los españoles Millares y Saura tendrán una fuerte presencia.

Henri Matisse es, sin duda, el artista central de esta primera exposición en la que se percibe el gusto ecléctico de su hijo, que se instaló en Nueva York en 1924 con el firme propósito de convertirse en un marchante de arte y que desde 1931 contribuyó con su galería, situada en el mítico Fuller Building de la calle 57, al impulso de la carrera americana de diversos artistas.

Pierre Matisse comenzó invitando a exponer a principios de los años 30 a figuras reconocidas como André Derain -representado aquí con el espléndido lienzo La boa de plumas negras- o Giorgio de Chirico -del que se muestra su Autorretrato de 1911-, aunque su verdadera vocación la encontró al apostar por creadores entonces aún desconocidos como Balthus, quien en 1934 había provocado un fuerte escándalo en París con una muestra de contenido altamente erótico para la época y a quien el galerista invitó a Estados Unidos en el año 1938.

Joan Miró fue otro de los agraciados con el olfato de Pierre Matisse y gracias a él pudo mostrar su obra por primera vez en Nueva York, en 1932. Alberto Giacometti y Jean Dubuffet, en la década de los años 40, también recibieron un fuerte impulso a sus carreras gracias a la intervención de un galerista que estudió música y pintura, y que desde sus inicios en Nueva York trató de cuidar al máximo su trabajo invitando a escribir en sus catálogos a autores como Sartre, Breton o Camus. Además de instaurar una relación profesional con muchos de los artistas a los que apadrinó, mantuvo con ellos fuertes lazos de amistad que se prolongaron hasta su muerte.

Sus nombres están presentes en mayor o menor medida en esta exhibición, aunque junto a Henri Matisse, son Miró y Dubuffet los que ostentan el mayor protagonismo en una exposición que, sin embargo, carece de conexiones sistemáticas entre los cuadros, esculturas, litografías y dibujos más allá de las del propio gusto de Pierre Matisse, algo que se demuestra con la presencia de una escultura africana del siglo XIX, que también era parte de la colección personal de Pierre, amante del arte tribalista.

De Henri Matisse hay 18 obras heredadas a lo largo de los años por su hijo, quien, sin llegar a representar nunca oficialmente a su padre, sí organizó varias muestras dedicadas a sus creaciones. Destacan diversas obras en papel, principalmente el retrato al carboncillo de Serguéi Ivanovich Shchukin (1912). También hay aguatintas y litografías como Virgen y niño (1950), o esculturas en bronce como Young Girl (1906), para la que su hija Marguerite le sirvió de modelo. De ella también hay dos retratos al óleo realizados en 1916 y 1918, puesto que posó para su padre hasta que se casó a mediados de los años 20. Su clásica obra Lilacs (1914) y La capilla de San José de Saint-Tropez (1904) son, junto a los dos retratos de Marguerite, los únicos cuadros al óleo de este pintor que se exhiben en la muestra.

En cuanto a Miró, de quien se incluyen un total de siete piezas, destaca la obra Éste es el color de mis sueños (1925), además de dos esculturas en bronce de los años 40, mientras que de Dubuffet se muestran tres óleos y cuatro litografías. Pierre Matisse también compró obras no relacionadas con su galería, como la única pieza de Magritte de la muestra, el clásico The eternally obvious, de 1948, una mujer desnuda troceada en cinco partes, que constituye uno de los mejores ejemplos del sentido del humor de este artista surrealista. De Yves Tanguy, amigo de Pierre Matisse desde su infancia, hay tres lienzos de tres periodos diferentes. La muestra se completa con obras de Wifredo Lam y Leonora Carrington, entre otros.

Retrato del galerista Pierre Matisse, realizado por Balthus en 1938.
Retrato del galerista Pierre Matisse, realizado por Balthus en 1938.AP

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