Caída libre
El Madrid no se sobrepone a un temprano gol del Murcia ni a la expulsión de Beckham
Un saque de banda, un despiste de Borja, un centro al meollo del área, fallo de Casillas, ternura de Mejía, y en dos minutos el Madrid se sumerge en el terror. La entrada del Madrid en el partido se amoldó a su pasado reciente. La acción que le llevó a encajar el primer gol concentró toda la trama de su tragedia. La incapacidad del equipo para sacar la pelota, el aturdimiento de unos canteranos que parecen prematuros, el fracaso en defensa y la ejecución a manos de un chico de la casa: Luis García, el goleador, machacó a su ex equipo. Siguió la senda de Valdo, Morientes y Eto'o. El fútbol, como la vida, a veces se rige por leyes intangibles. Ayer el Madrid confirmó su depresión y no caerá más hondo porque a la Liga le queda una jornada. Si sigue precipitándose contra la Real lo hará sin Beckham, que fue expulsado por roja directa.
MURCIA 2 - REAL MADRID 1
Murcia: Sánchez Broto; Juanma, Cuadrado, Hurtado, Carreras; Gancedo (Maciel, m. 61), Jensen, Acciari, Richi; David Karanka (Azcárate, m. 89) y Luis García.
Real Madrid: Casillas; Salgado, Helguera, Pavón, Mejía; Borja (Jordi, m. 89), Beckham, Figo, Solari (Guti, m. 70); Zidane y Raúl.
Goles: 1-0. M. 3: Luis García aprovecha un fallo de Casillas en la recepción dentro del área y manda el balón a la red.
2-0. M. 33. Luis García, de penalti.
2-1. M. 91. Guti, con la izquierda, desde
fuera del área.
Arbitro: Turienzo Alvarez. Amonestó a Helguera, Zidane, Guti, Figo, Acciari, Carreras y Jensen. Expulsó a Beckham por roja directa (M. 35).
Estadio de La Condomina. Lleno. 16.000 espectadores. Se guardó un minuto de silencio por el fallecimiento de Jesús Gil.
El Madrid saltó a La Condomina exhibiendo el flanco débil y el Murcia aprovechó la ventaja. Al frente de las operaciones se situó Luis García, implacable con Mejía en la banda derecha y eficaz para llegar combinando. El Murcia se propuso ahogar al Madrid y lo logró durante el tiempo suficiente. Acciari y Jensen apretaron a Zidane y el Madrid no encontró la salida. Sin Roberto Carlos, sancionado, para oficiar de ventilador; y con Borja y Beckham indecisos; el medio campo fue pasto del Murcia hasta cumplir con el objetivo: marcar. Marcó y el Madrid se estiró, pero con la fortuna de los desgraciados. El gol blanco, en el descuento, sólo sirvió para acrecentar la sensación de impotencia.
El Madrid respondió al gol del Murcia dando signos de asfixia. Enfrente tuvo a un equipo que ayer no se pareció en nada al peor de Primera. Son las cosas que tiene la falta de fe: desde hace un tiempo el Madrid glorifica a cada contrario al que se mide.
No había transcurrido más de media hora y el Madrid daba síntomas de desesperación. En esta fase Figo hizo otro alarde de coraje en varios intentos de sacar la pelota aunque fuera regateando en el círculo central. El portugués desbordó por adentro y por las bandas, pero Raúl no pudo concretar los pases que recibió. Solari mandó un balón al larguero y Beckham hizo lo que pudo: dar pases largos y trasladar la pelota a zonas de disparo. Un remate suyo de 30 metros fue desviado a córner por Broto cuando parecía que entraba en por la escuadra. El Madrid jugó en oleadas, y no sólo no consiguió premio: el árbitro pitó penalti por mano de Helguera y otra vez Luis García aumentó la ventaja.
La llegada de las estrellas del Madrid a Murcia fue un acontecimiento festivo. En el centro de todas las miradas estuvo Beckham. Ahí lo tenían los seguidores locales en el barrio de La Fama, al mismísimo pelado de las gafas Police, al peludo de las botas de Adidas. El jugador más famoso del mundo, David Beckham, perdido en el centro del campo. Otra vez. Sólo que al final de su temporada madridista, y sin nadie con más cancha que Borja Fernández para echarle una mano. Borja, pavón donde los haya, fue instrumento de la política del club primero, y objeto de instrumentalización por parte de Queiroz ayer. El entrenador redobló el castigo a Guti, que se le ha enfrentado abiertamente, y puso a Borja en el medio del campo, con consecuencias tristes para Beckham, que vivió más desamparado, con la obligación de mover él solo a todo el equipo. Fue incapaz durante los minutos que jugó. El árbitro lo expulsó por roja directa después de encararse con un linier. Al parecer, el inglés profirió insultos en perfecto castellano y será lo último que haga esta temporada. Quizá lo último que haga con la camiseta del Madrid.
Hubo un tiempo, durante unos días de marzo, en que el Madrid se lanzó a por la Liga, la Copa, y la Copa de Europa como por una recta final. Por un momento la conquista de los tres títulos anidó en la mente de los aficionados y los jugadores, convencidos de la ventaja que les concedían los resultados, la clasificación, y el poder técnico. Lo que nadie pareció advertir en esos días de grandes pronósticos fue que para el final de temporada quedaba un camino muy largo. Que el tiempo es muy elástico y que detrás de una magnífica carcasa se escondía un grupo de carácter frágil. Al fin y al cabo, el Madrid fue acusando cada golpe -la derrota en la final de Copa, el primero- de manera exagerada. Los jugadores que ayer entraron en La Condomina eran hombres ansiosos, demasiado pendientes de la victoria del Barça. Cansados de tener que dar respuestas fabulosas a otro desafío. Cansados de ser galácticos.
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