Más emociones que juego
Ronaldinho vuelve a tirar del Barça en la despedida de Luis Enrique
El Racing goleó al Barça en la primera vuelta y ayer le obligó a mirar el reloj hasta el último minuto. Los azulgrana pasaron apuros al final para defender el pírrico gol de penalti que había transformado Ronaldinho, a resultas de una acción que se produjo fuera del área. El Camp Nou se preparó para una fiesta para rendir homenaje a Luis Enrique, que jugó ayer su último partido en el Camp Nou y que fue despedido como un héroe, y el juego no estuvo a la altura de las emociones. El Racing, que no se jugaba nada, -el sábado se liberó del fantasma del descenso- fue de menos a más pero careció de acierto. El Barça cerrará el curso el domingo en Zaragoza con la ilusión de obtener lo que a principio de curso parecía una utopía: atrapar la segunda plaza y lograr el billete directo para la Champions.
BARCELONA 1 - RACING 0
Barcelona: Valdés; Reiziger, Puyol, Oleguer, Van Bronckhorst; Cocu, Xavi, Davids (Motta, m. 90); Luis Enrique (Overmars, m.59), Ronaldinho y Saviola (Kluivert, m.63).
Racing: Dudu Aouate; Moratón (Morán, m.84), Pablo Casar, Juanma, Ayoze, C. Alvarez (Anderson, m.61); Diego Mateo, Nafti (Pablo Lago, m.75), Afek, Jonathan Valle; y Javi Guerrero.
Gol: 1-0. M.16. Ronaldinho transforma el penalti con el que es castigado un derribo, fuera del área, de Cristián Alvarez sobre él mismo.
Árbitro: Daudén Ibáñez. Expulsó por doble amonestación a Puyol (m.67). Mostró también tarjeta amarilla a Juanma y Nafti.
Camp Nou. 73.300 espectadores. El club homenajeó a Luis Enrique, que jugó su último partido como azulgrana en el Camp Nou, y al equipo que ganó la Recopa en 1979. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Jesús Gil.
Desde que ganó al Madrid y al Espanyol, el Barça, pese a los ruegos de Rijkaard, ha bajado el listón. Tiene la cabeza en la próxima temporada. Se ha relajado, sabe que tiene los deberes hechos y ni siquiera el subcampeonato le espolea para aguantar hasta el final. Le pasó ante el Celta, ante el que se quebró su racha de 17 partidos invicto, y le pasó ayer ante el Racing. Salió dormido. Pero el Barça tiene ahora un filón que siempre sale a rescatarle en el momento justo. Ronaldinho tiene la particularidad de combinar una fantasía inagotable con no dar jamás un balón por perdido. Y eso es lo que hizo ayer, muy pronto. Corrió como una bala con Mora hasta el banderín de corner, se hizo con la pelota le hizo una soberbia elástica sobre la línea de fondo y Christian Álvarez le derribó frente al lateral del área. La falta fue fuera pero el colegiado señaló penalti. El brasileño quiso cederle el lanzamiento al capitán pero éste se negó. Lo transformó él con tiro cruzado.
No solo fue eso porque se hizo el rey de la banda derecha, siguió con sus diabluras y el Racing tuvo suerte de que Aoaute aguantara una de las internadas del brasileño y metiera justo la mano para evitar el segundo. O que el palo repeliera después un chut de Luis Enrique tras un centro del brasileño nacido justo después de un eslalom. Sólo había dos cosas por ver: qué se le ocurría más al brasileño y si el asturiano era capaz de marcar un gol como ocurrió en la segunda parte cuando Aoute puso antes la cabeza que aquél. Rijkaard dejó al asturiano una hora en el campo y recibió la ovación de su vida. El Racing había llegado sin tensión pero se percató que la del Barça era todavía menor. Estaba para emociones y no para mirar el resultado. Y ahí empezó a aprovecharse del aletargamiento azulgrana: encontró espacios y merodeó el área. Puyol se temió lo peor: provocó dos faltas consecutivas -una de ellas acabó en un córner que Anderson estuvo a punto de transformar en gol- y recibió una doble amonestación y fue expulsado. El Barça se convirtió en un manojo de nervios. El público estiró de las orejas a Overmars y recibió con pitos a Kluivert. Finalmente, entre todos evitaron un susto.
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