"Investigar recompensa"
Una joven científica persigue la aplicación terapéutica de los microorganismos que habitan en el mar
La investigación es una opción barajada por los licenciados como salida profesional, si bien sólo unos cuantos pueden dedicarse en exclusiva a esta tarea. Ésta fue la apuesta de Arantxa López (Alicante, 1973), licenciada en Ciencias Biológicas por la Universidad de Alicante en 1994, en su caso con resultado afortunado y reconfortante.
Desde que inició sus estudios, Arantxa tenía claro que lo suyo era la investigación. "Obviamente los investigadores no tienen un objetivo de rendimiento económico. Siempre con becas, sin contrato", lamenta. Pero, se apresura a matizar: "Este campo te recompensa con otros alicientes. Siempre estás aprendiendo, y te ofrece múltiples posibilidades profesionales que satisfacen con creces todos los hándicaps". Como ejemplo de actividades interesantes que le ha brindado la investigación, Arantxa describe su participación en 1998 en la décimo octava Campaña Antártica, a bordo del buque de investigación Hespérides. Durante los dos meses que se prolongó esta expedición, la joven científica participó en la recogida de muestras de la desconocida diversidad microbiana de las aguas antárticas, a unos 4.000 metros de profundidad. "Fue un gran experimento. Obtuvimos gran cantidad de muestras y un valioso material. El trabajo tuvo eco en publicaciones especializadas de prestigio internacional", explica.
Un año después de licenciarse, la todavía novel investigadora se embarcaría en la tesina en el departamento de Genética y Microbiología del campus alicantino. Su inquietud por descubrir los misterios de la microbiología se acentuó cuando apenas había superado el meridiano de la carrera. Es así como empiezan a concretarse sus primeros coqueteos con la investigación. "Comencé a trabajar de pinche para los investigadores, durante el segundo año", bromea. Acabado su periplo universitario, la investigadora se doctoró en 2002 en Microbiología, pero fue en la Universidad Miguel Hernández de Elche, debido a la controvertida segregación de la institución alicantina. Su proyecto estudiaba la diversidad microbiana en distintos ambientes acuáticos mediante técnicas de biología molecular. La tesis fue compensada con el Premio Extraordinario de Doctorado en el área de Biología Molecular y Celular.
En cualquier caso, el devenir de esta investigadora no es usual, dadas las precarias condiciones en las que investiga buena parte de la comunidad científica española, y en especial su sector más joven. Desde noviembre de 2002, esta alicantina disfruta de un contrato europeo como miembro del proyecto Miracle (Microbial Marine Diversity Communities: from Culture to Function), dirigido por el catedrático Francisco Rodríguez Valera. En este proyecto están involucrados otros grupos de investigación europeos pertenecientes a distintas universidades o centros de investigación de Francia, Reino Unido, Alemania, Holanda y Noruega. Se trata de un ambicioso estudio que persigue identificar el universo de microorganismos que viven en las profundidades marinas. Paralelamente, los científicos tratarán de obtener cultivos de estos seres microscópicos que pueden tener un uso terapéutico y, por tanto, ser empleados en la industria farmacológica.
Su perseverancia y brillante expediente académico como credencial, le hicieron acreedora de las becas de formación de personal investigador de la Fundación Cultural CAM y la Comunidad Europea, que requieren acreditar un inmejorable currículo. No obstante, apostilla, "hay otras más accesibles". Arantxa López hace balance de su opción personal: "Como todo, la investigación tiene su lado bueno y su lado malo", sostiene. "Las condiciones en las que trabajan los becarios son duras. A mí me ha ido bien, pero, como todo, tiene sus inconvenientes".
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