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EL PROYECTO ESTRELLA DEL ALCALDE GALLARDÓN

Las obras de la M-30 empezarán el próximo agosto

El alcalde afirma que el proyecto para "liberar" de coches el Manzanares arrancará en noviembre

Cuando quería cazar conejos en la Casa de Campo, Felipe IV salía del palacio Real, se descolgaba por la cuesta de San Vicente, pasaba por el puente del Rey y entraba en el bosque. Unos 350 años después, si un madrileño quisiera hacer lo mismo, además de evitar a la Policía Municipal por furtivo, debería atravesar por lo menos ocho carreteras desbordadas de coches, entre ellas la M-30. El alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, y la friolera de 3.900 millones de euros harán que todo vuelva a ser tan bucólico como en los tiempos de Felipe IV, aunque sin conejos. Para ello será necesario soterrar la M-30 y el laberinto de viales que estrangulan esta zona de Madrid, pegada al río.

Las obras en la zona del Manzanares comenzarán en noviembre. Pero antes de esa fecha, concretamente en agosto, los madrileños ya verán el arranque del proyecto estrella del alcalde: las excavadoras, la maquinaria pesada, los picos y las palas empezarán a actuar en la zona próxima al puente de Costa Rica.

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El proyecto que afecta al Manzanares, presentado ayer por el alcalde in situ (ya lo ha presentado sobre el papel varias veces), prevé soterrar la M-30 a lo largo de casi seis kilómetros -desde el paseo del Marqués de Monistrol hasta el nudo sur- a fin de que sean los peatones los que pasen por la ribera del río, y no los coches como sucede ahora.

El regidor eligió una esquina maldita de la ciudad para dar su discurso: por ese esquinazo, junto al Puente del Rey, con una acera escasa de menos de medio metro de anchura, deben pasar los viandantes, los amantes del footing y los ciclistas que desean acceder a la Casa de Campo por esa zona. Por el contrario, los coches, autobuses y camiones que no dejan de circular por ahí disponen de dos carriles.

Si todo discurre según los planes de la concejal de Urbanismo, Pilar Martínez, antes de mayo de 2007 el esquinazo maldito y los coches estarán bajo tierra. Las obras comenzarán "en noviembre", afirmó, convencida, la concejal. Sin embargo, el proyecto técnico de la obra fija un plazo de ejecución de 36 meses, de modo que si los técnicos no se dan prisa, la M-30 no estará lista en esta legislatura como prometió Ruiz-Gallardón en campaña.

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El proyecto Calle-30, bautizado así por el Ayuntamiento, no acaba en el río: también pretende reformar, con obras de gran calado, otros 14 puntos de la vía de circunvalación. De hecho, el soterramiento al lado del río se lleva menos de la tercera parte del ingente presupuesto que hará falta para desarrollar esta gigantesca obra: 1.216 millones de los 3.900 que el Ayuntamiento tiene calculados. Algunas de estas obras, las localizadas cerca del barrio del Pilar, empezarán antes, en agosto.

El proyecto de soterramiento de la M-30 no ha vivido ni un día ajeno a la polémica. La última, la negativa de la Dirección General de Patrimonio, dependiente de la Comunidad, a autorizar que el trazado del túnel pase por debajo del puente de Toledo, construido en el siglo XVIII y considerado bien de interés cultural (con la máxima protección medioambiental).

Y sin embargo, ésa precisamente, que la M-30 pase por debajo, es la intención de los técnicos municipales. No en vano, recuerdan estos últimos, ahora mismo esta autovía discurre por debajo... de los arcos del puente. El monumento, construido apenas un centenar de años después de que Felipe IV cazara conejos y ciervos en la Casa de Campo, estaba diseñado para soportar calesas y coches de caballos, y no el humo de la gasolina quemada por los miles de automóviles y camiones que a diario pasan por debajo de sus arcos de piedra, argumentan desde la Concejalía de Urbanismo.

Pilares de madera

Manuel Melis, director de Infraestructuras del Ayuntamiento y cerebro del proyecto, recuerda que el puente de Toledo "se asienta sobre unos pilares de madera de más de 200 años". Melis sostiene que gracias a su proyecto "estará mejor, más protegido".

El director general de Patrimonio de la Comunidad, Javier Hernández, cuyo cometido principal es preservar los monumentos y los edificios protegidos de la región, replica que "el proyecto [de soterramiento] de la M-30 hay que compatibilizarlo con el hecho de que el puente no se resienta". "Y el proyecto presentado hasta ahora por el Ayuntamiento no lo garantiza, según nuestra opinión. Ahora bien, estamos continuamente hablando, y estoy seguro de que se encontrará una solución. Tal vez excavando un túnel más profundo...".

Melis responde a eso: "Vamos a convencer a los de Patrimonio de que el puente de Toledo va a estar mejor después de que pasemos nosotros por ahí. Y van a estar tan contentos que incluso van a querer dar dinero". "Ojalá sea así", concluye el director general de Patrimonio.

Cuando la M-30, a su paso por el río, discurra bajo tierra, quedarán liberadas de coches cerca de 30 hectáreas de suelo, lo que supone tanto como 30 campos de fútbol. Para vestir ese suelo, el Ayuntamiento va a convocar un concurso de ideas para que paisajistas, urbanistas y arquitectos diseñen los jardines que deberían levantarse ahí.

El alcalde, después de anunciar esto, recordó que a las espaldas del punto desde el que presentó el plan de obra "discurre un canal", más que un río, encajonado entre una autovía de cuatro carriles. Y recordó que todo está pendiente de que la Confederación Hidrográfica del Tajo dé el visto bueno para comenzar los trabajos. Por su parte, la concejal de Urbanismo, Pilar Martínez, reclamó a todos "complicidad", y a la oposición (PSOE e IU), que ha criticado el enorme coste del proyecto, "que se decida y diga si está en contra o a favor" de esta obra.

El puente (minado) de Segovia

La Dirección General de Patrimonio y el Ayuntamiento también han mantenido discusiones sobre si el trazado del túnel por el que discurrirá la M-30 a su paso por el Manzanares debe sortear el puente de Segovia. Manuel Melis, director general de Infraestructuras, se ha encargado de bucear en la historia de este puente. Y ha conseguido exhumar la Memoria del puente de Segovia. Proyecto reformado, fechado en 1944.

En este documento se define la obra de reforma del puente, destruido en la Guerra Civil, como bien se cuida de señalar el escrito: "En otro orden, la guerra 1936-39 situó [el puente] en plena zona de combate. Minada una de sus pilas para volar el puente, en caso preciso, la carga explotó, de modo imprevisto, al estallar, cerca de ella, una bomba arrojada por la aviación".

El informe no especifica qué bando colocó la mina ni cuál lanzó la bomba. De cualquier forma, todo hace suponer que fue el Ejército republicano el que minó el puente para salvaguardarse la espalda en caso de tener que emprender la retirada. Y que fue la aviación de Franco la que, en uno de sus muchos bombardeos sobre Madrid, lanzó el proyectil que desencadenó la explosión. De modo que la responsabilidad de la voladura sería compartida.

Estos detalles importan poco a Melis, que insiste en que el puente actual, dado que fue reconstruido, "es falso" y que, por tanto, no hay nada que deba impedir que el trazado del túnel discurra por debajo.

El director general de Patrimonio de la Comunidad, Javier Hernández, coincide: "Con este puente no habrá problemas para ponernos de acuerdo", dice.

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