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NOTICIAS Y RODAJES

Viejos problemas y sangre nueva en el documental

El festival Documenta Madrid 04, que termina el domingo, alimenta el debate sobre el género

El éxito internacional de público de Bowling for Colombine, de Michael Moore, y la repercusión de Suite Habana, la bella, desoladora y multipremiada película con la que el director cubano Fernando Pérez abrió el último Festival de San Sebastián, han alentado la esperanza de que el cine documental deje de ser un género para pocos. Una tendencia que parece afianzarse gracias al entusiasmo del público que asiste a Documenta Madrid 04, festival internacional de documentales que se desarrolla hasta el próximo domingo.

"En los primeros seis días del festival, más de 4.500 personas han participado en las actividades: las salas de proyección arrojan llenos totales y en los talleres hemos tenido que aceptar oyentes", señala Antonio Delgado, director del festival. La programación reserva para el último fin de semana la proyección de las películas ganadoras en cada categoría (largometrajes, series de televisión y cortos), cuyos títulos se conocerán mañana -cines Princesa, (calle Princesa, 35) desde las 11.00-.

Documenta Madrid 04 es un espacio apto para debatir. En Hacia una (re)definición del documental, una mesa redonda que convocó -la verdad sea dicha- a solo 40 personas, quedó claro que la definición es, para los expertos, una cuestión problemática tras la crisis del cinema verité francés de los años sesenta. Este concepto cinematográfico se basaba en la idea de la transparencia del mundo: bastaba ver y filmar para explicar las cosas.

Para Josep Lluís Fecé, profesor en la Universidad Carlos III de Madrid, "la realidad actual es más compleja, porque seguimos creyendo en la transparencia, no en vano se nos prometió 'la guerra en directo' durante la Guerra del Golfo, y asociando el documental con la representación de la realidad, sabiendo que ésta se manipula y que es una construcción".

La relación entre realidad y ficción introduce otra crisis: "En los últimos 25 años el documental ha difuminado sus fronteras. Se ha salido de su línea recta y ha avanzado hacia la ficción. Paradójicamente, de Cassavetes al Dogma 95, la ficción ha ido aprendiendo a hacer un documento de sí misma, se ha vuelto más pura y el documental se ha contaminado de subjetividad", definió Antonio Weinrichter, autor del libro Desvíos de lo real. El cine de no ficción (T&B).

El mercado también impone límites: "La verdad es que el documental no vende: los distribuidores se interesan muy poco y las televisiones, que son las únicas que compran documentales, los acotan a espacios y fórmulas reducidas", se quejó Doménec Font, decano de Comunicación Audiovisual de la Universidad Pompeu Fabra. "Bowling for Colombine es un caso en el cual la gente va al cine a pesar del documental", agregó Weinrichter. Otros entienden que esa marginalidad implica una libertad inusitada: "El 95% de las películas que vemos son cine-novela. El documental está más abierto al cine-poesía, al cine-ensayo", agregó el realizador Isaki Lacuesta.

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