Pero, ¿quién manda en Francia?
La derecha, aglutinada en torno a Chirac, está muy nerviosa ante unos sondeos catastróficos para las elecciones europeas
- Palacio de Matignon, 3 de mayo. El primer ministro de Francia, Jean-Pierre Raffarin, se muestra como un europeísta convencido en un país que duda. Saluda con un "¡viva Europa!", en español, al grupo de corresponsales multilingüe invitado a almorzar en su residencia oficial del palacio de Matignon. En la mesa, el jefe del Gobierno valora la ampliación de la UE como el momento que da mayor sentido a sus dos años en el Gobierno, una declaración llamativa por parte de una persona que rebajó el papel de la Comisión Europea al de una "oficina", pero que parece responder a la idea de la "Europa poderosa" deseada por el jefe del Estado, Jacques Chirac.
Con unos sondeos catastróficos para las elecciones europeas de junio, Chirac y los suyos pretenden tocar la fibra de los franceses partidarios de codirigir una Europa convertida en actor de talla mundial. O Europa espera a que el mundo se organice, o bien es ella la que inspira la organización del mundo, reflexiona el jefe del Gobierno de París entre plato y plato.
A su vez, Raffarin desgrana el catálogo de miedos: hay que trabajar para que las poblaciones (de los viejos socios) acepten la ampliación de la UE, sería un drama que no hubiera Constitución europea, el terrorismo se desarrolla y las grandes organizaciones internacionales (ONU, OMC) no terminan de encontrar su sitio... Y un constante deseo de proyectar los valores franceses hacia el mundo: cita expresamente el del laicismo.
Estas reflexiones, sin duda sinceras, ilustran las dificultades a las que se enfrenta una mayoría parlamentaria cuyo respaldo desciende en picado. Los sondeos sitúan la popularidad de Chirac en el 45% y la de Raffarin, en poco más del 30%, lejos de las grandes victorias electorales logradas hace dos años. El tiempo ha dejado claro hasta qué punto la construcción de la peana de Chirac fue improvisada y precipitada. Sin embargo, la derecha creyó llegado el momento no sólo de meter en cintura a la delincuencia y a la inmigración ilegal, sino de bajar los impuestos, batallar contra la ley socialista de las 35 horas, abordar la privatización del sector público de la economía o reducir la envergadura del gasto social.
Una vez organizado "el frente interior", Chirac se dedicó a lo que realmente le interesa: la política exterior en el sentido gaullista, con dos brazos armados, Dominique de Villepin, en Exteriores, y Michèle Alliot-Marie, en Defensa. Todo este frente ha ido mucho mejor que el de la política interna, pero la contundente derrota de la derecha en las elecciones regionales de marzo ha dejado ver el estado febril del cuerpo social. Chirac ha revuelto el Gobierno y los ministros se han lanzado a una intensa campaña de anuncios de decisiones futuras y globos-sonda, en la esperanza de contener la caída.
- Oficinas de Bercy, 4 de mayo. En la mole de cemento que va de la calle de Bercy a la orilla del Sena, donde tiene su sede el Ministerio de Economía francés, 350 periodistas se aprietan frente a Nicolas Sarkozy: oficialmente, sólo es el titular del departamento, pero la mayoría de los presentes le ven como un candidato presidencial. Sólo hace un mes que Chirac le ha retirado la cartera de Interior para entregarle la de Economía, y él ya ha confirmado su estilo inimitable de político que sabe vender su gestión y convertirla en trampolín Sarkozy se caracterizó en Interior por lanzar a la policía a la calle, protegida por un arsenal de medidas legislativas y sin complejos a la hora de llenar las cárceles hasta los topes.
Ahora, en su nueva etapa de Economía, pide a los franceses que "consuman más" y "ahorren menos", como forma de estimular el crecimiento que le falta a la segunda economía de Europa, cercana a la recesión en 2003 y con la tasa de paro en el zaguán del 10%. La otra línea fuerte de su argumento es que los ciudadanos deben gastar más para que el Estado gaste menos, conteniendo así el gasto público desbocado y su actual situación de campeones de Europa del déficit público (4,1% del PIB en 2003). Ninguno de esos anuncios implica una novedad espectacular y sin embargo, su prestación abre todos los telediarios y todos los periódicos del país.
Sarkozy se dirige a los franceses sin dejar de pensar en la UE: es un firme partidario de "un gobierno económico europeo" y propone la presentación de los presupuestos de 2005 sobre la base de hipótesis macroeconómicas "concertadas" con otros Gobiernos. También defiende el anuncio de medidas fiscales o presupuestarias "convergentes", con el argumento de que las cacofonías presupuestarias no tienen sentido frente a una política monetaria ya unificada por el Banco Central Europeo.
- Cadena France-2, 6 de mayo. La presentación de Sarkozy se salda con un embotellamiento de ministros en los medios, que cuentan las cosas más diversas: desde enormes planes de incremento del gasto social hasta la revelación de un fraude masivo en el en las tarjetas del Seguro de Enfermedad para justificar la necesidad de recortar el gasto sanitario. Algunos periódicos se divierten contando las negociaciones intentadas por tales o cuales jefes de prensa para lograr la portada para su ministro, a cambio de minimizar a Sarkozy...
La semana de las carreras ministeriales en los medios concluye con Raffarin en hora de máxima audiencia y en directo ante las cámaras de France-2, la principal cadena pública de televisión. Anuncia un pequeño lote de medidas preelectorales(multas de tráfico menos severas, mayor cobertura de la Seguridad Social para las gafas de los niños) y recurre a una metáfora aérea para explicar su papel entre los "pesos pesados" del Ejecutivo: "Yo soy el piloto del Airbus gubernamental; yo soy el patrón". Mal asunto tener que recordar a cada paso quién es el que manda.
La optimista izquierda
Las principales formaciones políticas de Francia lanzan hoy sus campañas a las elecciones europeas. El clima es mucho más optimista en el Partido Socialista que en la derecha: según un sondeo publicado por Le Monde, el 60% de los franceses quiere aprovechar este escrutinio para reiterar su descontento con el Gobierno. La izquierda (socialistas, comunistas, ecologistas) reúne un 43,5% de intenciones de voto, frente al 17% de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) -el partido de Jacques Chirac- y el 10% para la Unión por la Democracia Francesa (UDF), la formación centrista dirigida por François Bayrou.
Los socialistas se presentan unidos como nunca: sus líderes y corrientes han aplazado todo lo que les separa, en beneficio de un rechazo común a la "política liberal" de la derecha. Esa misma idea preside el mensaje propiamente europeísta: la izquierda no se ha comprometido con el actual proyecto de Constitución europea. Jacques Chirac, que sí defiende el texto emanado de la Convención presidida por Valéry Giscard d'Estaing -y que tampoco desea ver rectificado-, recibe hoy en París a Tony Blair, a los pocos días de haber sugerido que se vayan de la UE los países que no ratifiquen el proyecto constitucional "para que no sigan bloqueando a los demás".
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