Las autopsias de los novios muertos en Tarragona apuntan que no fue un suicidio pactado
Las autopsias de los cadáveres de Melody Lleixà, de 16 años, y de Alberts Subirats, de 18, muertos de sendos disparos de escopeta en la madrugada del martes en Mas de Barberans, pueblo del sur de Tarragona de 700 habitantes, apuntan la hipótesis de que el caso no fue un suicidio pactado, sino un caso de violencia doméstica. Según los datos forenses, el joven disparó primero a la muchacha y después se suicidó con la misma arma.
Antes de que trascendiera la teoría puesta de manifiesta por la autopsia, las familias de Melody Lleixà y Albert Subirats tenían intención de celebrar una ceremonia fúnebre conjunta.
La fiscal encargada del caso manifestó ayer que no se podía "descartar ninguna hipótesis" y señaló que la autopsia tenía que resultar "determinante" para poder certificar la naturaleza de ambas muertes.
El cuerpo de la joven Melody Lleixà apareció junto al de Albert Subirats, con quien mantenía una relación sentimental desde hace dos años, en el garaje de la casa del joven. Ambos cuerpos estaban en posiciones similares, lo que hizo que el alcalde de la población, Francesc Subirats, no dudara el pasado dmartes en apuntar la hipótesis del suicidio pactado. A pesar de ello, fuentes de la investigación señalaron que de las declaraciones recogidas en el entorno inmediato de los jóvenes se desprende que la pareja sufría frecuentes discusiones, aunque nadie podía sospechar tan triste desenlace.
Mientras tanto, ayer el pequeño pueblo de Mas de Barberans trataba de recuperar la normalidad. Pese al luto generalizado, las tiendas abrieron con normalidad y el único signo ajeno al devenir corriente era la abundante presencia de medios de comunicación en las calles de la población. En el bar Aragón, el único del pueblo, volvieron ayer a servir cafés y cerveza a los clientes habituales. Todos recordaban que los novios se sentaron la noche antes de morir en una de las mesas para tomar algo mientras hacían tiempo para acudir a una cena de amigos. Tras la cena, nadie sabe qué pasó aquella madrugada.
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