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Desde el Pacífico
Columna
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Google contagia de optimismo a Silicon Valley

SILICON VALLEY ESTÁ SONRIENDO. La esplendorosa primavera del norte californiano tiene que ver menos que la aventura de dos jóvenes excéntricos que lanzaron a Google hace seis años y que están a punto de llevarla al mercado bursátil de Wall Street. La buena noticia esperada se agrega a una serie de indicios bastante positivos tanto en materia de negocios como de tecnología.

Gracias al proceso de información exigido a cualquier empresa que quiera cotizar en bolsa, se sabe que Google tuvo unos ingresos de mil millones de dólares y unas ganancias de 250 millones en 2003. La venta de acciones debería permitirle ingresar unos 2.700 millones de dólares, suficientes como para generar optimismo.

"... después de un derrumbe de tres años y la pérdida de un millón de empleos, las empresas tecnológicas de EEUU empiezan a contratar personal".
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El estilo cuenta también, sobre todo en Silicon Valley, donde se aprecia que los dirigentes de Google hayan escogido vender sus acciones mediante una forma de subasta (conocida como 'holandesa') que permite según los términos de sus dirigentes "incluir a grandes y pequeños inversionistas" en el proceso.

Dan Gillmor, columnista estrella del San José Mercury News, recuerda que la última vez que una circunstancia similar se presentó fue para Netscape (1995), lo cual dio inicio a la demasiado célebre burbuja puntocom de nefastos finales. Gillmor, sin embargo, escribe que Google puede tener mejor resultado: "Con un uso juicioso del enorme poder que tiene en este momento, puede sentar un precedente. Puede decir 'no' a la manera escandalosa de hacer negocios que caracterizó al valle y, en última instancia, al capitalismo americano durante los años de la burbuja".

Un sondeo reciente realizado en la bahía de San Francisco (incluye a Silicon Valley) revela que los habitantes de la región son los únicos californianos más optimistas que el trimestre anterior.

La economía estadounidense registró un crecimiento anual de un 4,2% durante el primer trimestre, en alza con relación al anterior. Las tecnologías de la información, en particular, dan buenas señales. El Wall Street Journal, acaba de publicar un artículo, según el cual, "...después de un profundo derrumbe de tres años y la perdida de un millón de empleos, las empresas tecnológicas de EEUU han empezado a contratar personal nuevamente. Marcan así una tendencia modesta pero sólida".

Los grandes van bien. Amazon tuvo ganancias récord durante el primer trimestre. Microsoft rebasó las previsiones, a pesar de haber tenido que pagar indemnizaciones por los múltiples procesos judiciales en los que está implicado. El capital riesgo invirtió un 10% más que en el año pasado.

Y no piensan sólo en tecnologías bélicas o de seguridad. Dentro de los sectores que más llama la atención a la inversión está el WiFi (conexiones inalámbricas a Internet). Según el gabinete de investigación Gartner, el 50% de los portátiles deberían tener WiFi integrado antes de fin del año. Los puntos de acceso se multiplican tanto en tiendas, como en centros comerciales, jardines públicos, hospitales y aeropuertos. Las comunicaciones telefónicas por internet (VoIP, Voice over Internet Protocol) también tienen un auge impresionante.

Una de las fuentes más sólidas de optimismo proviene de un informe publicado hace dos semanas que señala que más de la mitad de los estadounidenses se conectan con banda ancha. Abre la puerta al desarrollo de toda una gama de productos y servicios que pueden ser lanzados con la esperanza de encontrar su público.

Algunos, sin embargo, temen una vuelta a la locura de los años puntocom. "La inquietud", escribe Tom Abate, en San Francisco Chronicle, "es que por sólido que sea Google como negocio, el frenesí lleve sus acciones a la estratosfera". Las razones para conservar cierta reserva no faltan. Google podría sufrir los embates de Yahoo! y Microsoft con sus nuevos motores de búsqueda. Silicon Valley se siente amenazado por la creciente tendencia de las empresas informáticas a instalarse en el sureste asiático. Se sigue reivindicando como capital mundial de la innovación y la tecnología, pero no ignora que los rivales se multiplican en varios puntos del planeta.

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