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Una Europa desigual frente al cáncer de mama

La supervivencia en Francia y España ronda el 80%, mientras que en Polonia y Eslovaquia es del 58%

Los nuevos tratamientos y la implantación de programas de detección precoz han permitido incrementar en toda Europa las tasas de supervivencia frente al cáncer de mama, el tumor más frecuente entre la población femenina y primera causa de muerte en la franja de edad de 35 a 55 años. Sin embargo, esta evolución no ha sido homogénea en los distintos países, donde las diferencias entre las posibilidades de supervivencia superan el 20%.

Entre finales de la década de 1970 y finales de 1980, la tasa quinquenal de supervivencia (a los cinco años del diagnóstico) frente al cáncer de mama ha aumentado en Europa del 65,8% al 74,3%. Pero mientras que en Francia las posibilidades de sobrevivir alcanzan el 81%, en Eslovaquia y Polonia apenas llegan al 58%. En España, la tasa ha subido del 71% al 78% en la última década.

Un acceso más general a los programas de cribado evitaría 25.000 fallecimientos anuales

Con el propósito de reducir las divergencias de supervivencia entre países al 5% y garantizar la igualdad de oportunidades frente a una enfermedad que se diagnostica a 216.000 mujeres cada año y que causa 79.000 muertes en Europa, el Parlamento Europeo ha aprobado una resolución que insta a los estados a extender los programas de detección precoz y a facilitar el acceso de las pacientes a los mejores tratamientos. Un informe de la comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Oportunidades del Parlamento Europeo advierte de que "sólo en ocho países europeos existen programas nacionales de detección precoz por mamografías" y las tasas de participación no llegan en todos casos al porcentaje mínimo recomendable del 70% de la población de riesgo. El informe agrega que estos programas "no siempre cumplen las directrices europeas".

Los expertos aseguran que un acceso más generalizado a los programas de cribado evitaría 25.000 fallecimientos anuales por esta enfermedad en Europa y la tasa de mortalidad podría reducirse en más del 25%. Detectar de una forma más precoz los tumores permitiría, asimismo, incrementar las intervenciones de cirugía conservadora de la mama frente a la mastectomía (extracción del seno), un tratamiento quirúrgico que generalmente origina un gran impacto psicológico en las mujeres afectadas.

Al igual que ocurre con las tasas de supervivencia, entre los países europeos existe una acusada disparidad en la práctica de mastectomías tras la detección del tumor de mama. Mientras que en Polonia se extirpa la mama en el 98% de los casos, el índice se reduce al 28% en Francia, según se desprende de un estudio que se dio a conocer en el IV Congreso europeo de cáncer de mama celebrado el pasado marzo en Hamburgo (Alemania). "En los países con tasas de mastectomías más elevadas, los tumores se hallan en estadios más avanzados en el momento del diagnóstico", señala el especialista en cáncer Jacek Jassem, uno de los autores del estudio.

En España, la práctica de cirugía conservadora de la mama está ganando terreno a las mastectomías gracias, en gran parte, a una mayor detección precoz de los tumores, lo que facilita una intervención quirúrgica menos radical. "Hace unos años, las mujeres que presentaban ganglios axilares afectados en el momento del diagnóstico constituían una mayoría, mientras que en la actualidad el 48% de las pacientes no presentan afectación de los ganglios", afirma el doctor Antonio Anton, jefe del servicio de oncología del hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza y presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica.

La ausencia de un registro nacional sobre el cáncer impide conocer la tasa de mastectomías que se realizan en España, pero dos estudios del Grupo español de investigación en cáncer de mama (Geicam) apuntan que mientras que en 1993 se practicaba la extracción de mama en el 80% de los casos, la frecuencia de este tipo de intervención se redujo al 65% de los casos cuatro años después. Anton señala que estas tasas no son válidas para todos los centros sanitarios, ya que "existe todavía una gran heterogeneidad a nivel estatal". Lo que sí es cierto, agrega el oncólogo, es que en general se tiende cada vez más a una cirugía conservadora, una tendencia avalada por varias investigaciones que han demostrado que la preservación del seno no disminuye las posibilidades de supervivencia.

En el hospital de Vall d'Hebron de Barcelona se ha logrado duplicar el número de casos de conservación del seno en determinadas neoplasias (a partir de dos o tres centímetros) con la aplicación de tratamiento de quimioterapia para reducir el tamaño del tumor antes de practicar cirugía, explica la jefa de sección de la unidad de patología mamaria de este centro hospitalario, Dolors Sabadell.

Isabel Canales, a la izquierda, y Marta Ferrés, a la derecha junto a otra afectada de cáncer, en el calendario editado por la Asociación Española contra el Cáncer.
Isabel Canales, a la izquierda, y Marta Ferrés, a la derecha junto a otra afectada de cáncer, en el calendario editado por la Asociación Española contra el Cáncer.

"Mi vida vale más que mi pecho"

Mi vida vale más que mi pecho". Marta Ferrés, de 36 años, no vaciló cuando los médicos que le diagnosticaron un cáncer en el pecho le plantearon la posibilidad de elegir entre una mastectomía o una tumorectomía (tratamiento conservador que consiste en la extracción del tumor una vez reducido su tamaño mediante radioterapia). "Por mi edad (entonces tenía 32 años), me aconsejaron la segunda opción, aun advirtiéndome de que la radioterapia no me garantizaba una reducción del tumor. Pero decidí eliminar todo el riesgo posible y me convencí rápidamente de que una mujer puede ser tan femenina con pecho como sin él", explica con firmeza esta mujer, vecina de Arenys de Munt (Barcelona) a quien la enfermedad le ha enseñado a "valorar muchas cosas en la vida a las que antes no daba importancia alguna". El de Marta Ferrés es, sin embargo, un caso poco frecuente entre las mujeres que han perdido el pecho a causa del cáncer. "La pérdida de un órgano con connotaciones sexuales y maternales tan acusadas supone un gran impacto psicológico para las pacientes a las que recomendamos la mastectomía, aunque posteriormente, cuando han reflexionado sobre los riesgos que supone conservar el pecho, acaban aceptando la intervención", explica el doctor Antonio Antón, jefe del servicio de oncología del hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza.

A diferencia de Marta, Isabel Canales, de 53 años, tardó bastante tiempo en aceptar la pérdida del pecho. "Al principio, no tenía valor para mirarme al espejo. Me horrorizaba enfrentarme con mi nueva imagen mutilada", reconoce. Isabel, a quien diagnosticaron un cáncer de mama hace 11 años, decidió reconstruirse el seno. Se sintió mejor, pero la prótesis impidió que le detectaran, hace dos años, una recidiva en el pecho y una metástasis en el pulmón. Pese a la crueldad de su enfermedad, Isabel ha sabido aceptarla con coraje y con una actitud positiva que ha querido transmitir en la fotografía que aparece en el calendario editado por la Asociación Española Contra el Cáncer de Barcelona. Junto a Isabel y Marta, otras 10 mujeres castigadas por esta enfermedad posan desnudas con el objetivo de concienciar a la población y contribuir a que el cáncer de mama y sus posibles secuelas, como la mastectomía, dejen de ser un tabú. "La fotógrafa nos captó a todas con una expresión de serenidad y de aceptación de la enfermedad y de nuestro cuerpo. Si con ello logramos dar algo de esperanza a otras mujeres que están pasando por lo mismo, yo ya me siento satisfecha", dice Marta.

Consciente de que su apoyo puede ser de gran ayuda psicológica a otras mujeres a las que se diagnostica la enfermedad, Marta acude como voluntaria a los hospitales para explicar a las pacientes que desean escucharla que el cáncer de mama no es sinónimo de muerte. "Es importante que la familia te apoye, pero siempre te da la sensación de que sólo quieren animarte. En cambio, cuando hablas sin tapujos con alguien que ha pasado por lo mismo, la ayuda suele ser más efectiva", explica Marta. El apoyo de psicooncólogos no está todavía extendido en los hospitales españoles y las pacientes lo echan en falta. "Al miedo y la impotencia que afloran cuando te diagnostican la enfermedad se suma una gran incertidumbre. La ayuda para controlar estos sentimientos se hace imprescindible", indica Marta.

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