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El Louvre mezcla sus fondos con 30 obras maestras islámicas del Metropolitan

El museo quiere triplicar en los próximos cinco años el espacio dedicado al arte del islam

Hace dos años, el presidente Jacques Chirac planteó al Museo del Louvre la necesidad de dedicar más y mejor espacio a sus colecciones de arte del mundo islámico, de Córdoba hasta la India, cubriendo 12 siglos de civilización. Se trataba de pasar de los actuales 1.000 metros cuadrados que acogen unos 1.300 objetos a más de 3.000 metros cuadrados en los que se podrían presentar entre 3.000 y 4.000 obras de un fondo de más 13.000. La ampliación tiene que estar acabada en 2009, pero, para ir interesando al visitante sobre la actual colección, el Louvre ha reclamado la ayuda del Metropolitan de Nueva York, que presta, hasta el 25 de abril del 2005, treinta de sus obras maestras.

Sophie Makariou, la comisaria de la exposición -que se abre hoy-, ha optado por presentar el préstamo neoyorquino integrado en el conjunto de la colección del Louvre como si formase parte de la misma, manera de favorecer las comparaciones, de establecer un diálogo entre las piezas y, sobre todo, de poner de relieve la calidad de lo que posee París. Por ejemplo, en una misma vitrina coinciden el jarrón metálico del sultán Al-Malik al-Nasir Salah al-Din Yusuf, también conocido como jarrón Barberini, y la copa de cristal soplado y esmaltado. Las dos obras provienen de la Siria del siglo XIII, las dos presentan una sorprendente decoración en la que coinciden figuras de hombres y animales, pero son hijas de técnicas muy distintas y utilizan materiales que no tienen nada que ver. La primera es parisina; la segunda, una ilustre visitante de Nueva York, y durante un año van a hacerse compañía.

La vida cotidiana en los palacios del islam está tan bien representada por un tintero de cobre y plata incrustada, del siglo XVI, hallado en Irán y ahora propiedad del Metropolitan, como por el maravilloso bronce -un león de debió servir de boca a una fuente- adquirido en Palencia en 1872 por Marià Fortuny y realizado por algún artesano del reino de Granada entre los siglos XII y XIII. Y de Nishapur y del siglo X vemos también un aguamanil de cerámica pintada y que vertía el líquido a través de la cabeza de un animal de grandes orejas o una preciosa cajita de ébano trabajado en la España de 968 y cuya utilidad es tan misteriosa como su belleza. El primer objeto proviene hoy del otro lado del Atlántico, el segundo tiene domicilio en la capital francesa.

Obviamente, las colecciones del Metropolitan y del Louvre tienen su origen en las distintas historias de cada país. El museo francés ha acumulado obras a raíz de las expediciones coloniales de Napoleón en Egipto, pero también gracias a sus implantaciones comerciales en Turquía y en el actual Líbano. La tradición hispanófila también juega un papel importante e incluso es posible imaginar que el antiguo comptoir en Pondycheri, en la India, también explica en parte el camino seguido por los objetos desde su lugar de origen hasta París. En el caso de los integrados en el Metropolitan la aventura comienza de la mano de un enamorado de la joyería, Edward Moore, uno de los propietarios de Tiffany & Co, que en 1891 lega su colección al museo. Luego, durante la segunda mitad de los años treinta y después de 1945, unos arqueólogos estadounidenses se instalarán en los alrededores de Nishapur, en el Oriente del actual Irán, para explorar al máximo un yacimiento.

Entre los objetos presentados los hay que tienen un carácter tan arquitectónico como ornamental, como unas hermosas muquarnas, alveolos cóncavos destinados a resolver problemas de ángulos o cúpulas, otros que concilian el boato decorativo con la utilidad administrativa -es el caso de una placa de fundación del año 860-, y otros en los que el carácter instrumental no les impide la búsqueda de una elaborada riqueza formal, tal y como sucede con un quemador de perfume de cobre del siglo XIII. Las lámparas de cerámica delicadamente pintada se dan la mano con tapaderas rudimentarias de barro cocido y en las que un artesano de Nishpur, en pleno siglo X, decidió inmortalizar, con la ayuda de un modesto talento de escultor, la pelea entre un felino y un asno que quiere huir. El objeto tiene toda la magia del arte que ha servido, que ha vivido la cotidianidad, que no fue concebido como tal arte.

Las obras de ampliación del espacio dedicado al arte del islam comenzarán en junio de 2005 y corresponden tanto a la lógica de la propia colección como a la curiosidad del público. Hasta hace muy poco todo lo referente al islam quedaba integrado en el Louvre en las difusas fronteras del Departamento de Antigüedades Orientales. Según Francis Richard, conservador general del flamante departamento independiente consagrado al islam, "las colecciones del Louvre son comparables a las del Metropolitan y el Victoria and Albert Museum de Londres, constituyendo un conjunto coherente y probablemente el más bello de entre todos los que existen en el mundo dedicados al islam".

Coincidiendo con la exposición se organizan una serie de conciertos de tres orígenes distintos: el árabe-andaluz, la música clásica de Oriente Próximo y los cantos rituales del Kurdistán. También se proyectan filmes sobre el mundo islámico.

Copa de mediados del siglo XIII (izquierda) y tintero de cobre y plata incrustada del siglo XVI, procedentes del Metropolitan de Nueva York y expuestos en el Louvre.
Copa de mediados del siglo XIII (izquierda) y tintero de cobre y plata incrustada del siglo XVI, procedentes del Metropolitan de Nueva York y expuestos en el Louvre.
Pieza en bronce iraní de los siglos XII-XIII, del Metropolitan, en el Louvre.
Pieza en bronce iraní de los siglos XII-XIII, del Metropolitan, en el Louvre.
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