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Crítica:CRÍTICAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La mujer infiel

"Tú eres una machista y no lo sabes". La frase, dicha de la manera más cordial por Berta (Isabel Ordaz), está dirigida a su amiga Violeta (Guillén Cuervo) y expresa, hay que reconocerlo, sus dudas sobre el carácter y comportamiento de su amiga. Ante una película como La mirada violeta, se supone que una revisión de los roles clásicos socialmente asignados a cada sexo, lo que más llama a duda son justamente las actitudes de los personajes femeninos, y muy concretamente las de su máxima protagonista, a la cual el omnipresente protagonismo de Cayetana Guillén dota de una fuerza indiscutible, aunque es de temer que no suficiente para evitar el naufragio de la historia.

Contada como una sucesión de encuentros y desencuentros amorosos de su protagonista, el filme parte de la insatisfacción de Violeta porque los hombres con los que tiene algún tipo de historia (hasta cuatro a lo largo de su duración), en el fondo, no son capaces de adivinar sus más íntimos deseos. Parte y llega: de hecho, sólo de eso se habla en la película... y es de temer que tampoco se dan demasiadas pistas sobre los porqués de tal insatisfacción, como no sea el considerar que lo es en absoluto, sin más explicaciones; como si tal sentimiento fuese, en el fondo, consustancial al carácter femenino.

LA MIRADA VIOLETA

Dirección: Nacho Pérez de la Paz y Jesús Ruiz. Intérpretes: Cayetana Guillén Cuervo, Alberto Jiménez, Roberto Enríquez, Asier Etxeandia, Isabel Ordaz, Julieta Serrano, Aida Folch. Género: drama. España, 2004. Duración: 102 minutos.

De esta forma, de lo que más adolece La mirada violeta es de la parcialidad de su mirada: narración con protagonismo femenino; de hecho, los personajes más íntegros son, por ese orden, el marido de Violeta (Alberto Jiménez) y un homosexual, Sergio (Asier Etxeandia, un descubrimiento cinematográfico), quienes no sólo mantienen siempre en alto su deseo, sino que se convierten (otra vez más) en guías de vida para Violeta. No es éste el único defecto de una película que, por lo demás, está narrada con solvencia y bien interpretada por (casi) todos sus intérpretes.

Gruesas metáforas de una obviedad desconcertante y un final tan ortopédico como, en el fondo, insatisfactorio son otras tantas manchas que ensombrecen la película.

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