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Reportaje:LAS NUEVAS CAPITALES DE EUROPA / 1 | VARSOVIA | LA EUROPA DE LOS 25

La herencia de Stalin convive con lo nuevo

Cuenta la leyenda que dos pescadores encontraron en el río Vístula una sirena que les hizo prometer que allí construirían una ciudad que sería indestructible. El resultado fue Varsovia, a la que el rey Segismundo III declaró en 1596 capital de Polonia. El pronóstico de la sirena, que se convirtió en un símbolo y pasó a ocupar un lugar en el escudo de Varsovia, se cumplió sólo en parte. La barbarie nazi destruyó un 80% de Varsovia durante la Segunda Guerra Mundial. Desde el otro lado del Vístula, el Ejército Rojo contemplaba impasible cómo el Ejército alemán aplastaba la rebelión de Varsovia, de la que en agosto se cumplirán 60 años. Varsovia salió casi arrasada de la guerra, pero la sirena tenía razón y sobre sus ruinas surgieron en una misma capital tres ciudades diferentes donde hoy viven 1,7 millones de polacos.

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La Ciudad Vieja es el resultado de la restauración casi mimética de los edificios, del siglo XVI y XVII, que se concluyó ya en 1953. Se trata de la expresión del deseo de los polacos de recuperar su pasado en medio de la tristeza de un socialismo real. Al mismo tiempo que se reconstruía la Ciudad Vieja, creció una Varsovia de bloques prefabricados, expresión de la arquitectura del realismo socialista. El resultado es un atentado contra las más elementales exigencias de la estética. Varsovia no cumple los cánones mínimos de belleza, pero ofrece lugares atractivos como la mencionada Ciudad Vieja, los abundantes parques y alguna que otra calle como Nowy Swiat (Nuevo Mundo) en la que se mezclan la Universidad, tiendas de lujo y las inevitables iglesias, y por la que desfilan las mujeres polacas más hermosas. El exponente palpable de esta Varsovia comunista es el Palacio de la Cultura, gigantesco edificio de 234 metros en el centro de la capital, regalo del tirano soviético Stalin al pueblo polaco. El Palacio de la Cultura se yergue en medio de Varsovia y alberga en sus 115.000 metros cuadrados y 3.200 habitaciones empresas de todo tipo. Hasta la Coca-Cola, ironías de la historia, tuvo allí una sede.

La tercera Varsovia es la surgida tras la caída del comunismo y de la apoteosis capitalista. En pocos años, de la nada se disparan hacia el cielo hoteles, centros comerciales y edificios de oficinas. Este crecimiento, en parte salvaje, produce resultados como el de un genial centro de negocios diseñado por Norman Foster. Nada que objetar al edificio de Foster, salvo el pequeño detalle de que tapó el teatro de la ópera diseñado por Antonio Corazzi en el siglo XIX.

Una panorámica de Varsovia desde un céntrico hotel.
Una panorámica de Varsovia desde un céntrico hotel.O. RAMATOWSKA

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