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Tribuna:MEDIO AMBIENTE
Tribuna
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Así es la historia

El autor rebate la tesis de un reciente informe municipal que afirma que las aguas del río Manzanares están contaminadas en todo su cauce y que califica la situación de catastrófica.

A finales de los setenta del pasado siglo, Madrid se encontraba en una situación límite, en la que sólo se depuraba una vigésima parte de las aguas residuales que se producían en la ciudad. El Manzanares, que durante largo tiempo estuvo lejos del cogollo de la vieja villa, se había insertado, con la expansión de ésta hacia el sur, en su núcleo. Su cauce se había convertido en un gran colector a cielo abierto que recibía, de forma continua, sin depurar o con un tratamiento elemental, el 95% de las aguas residuales de toda la ciudad.

Una gran urbe, la capital del Estado con casi tres millones de habitantes, no podía seguir sosteniendo esta situación. Madrid reacciona. El Ayuntamiento de Madrid y los madrileños dan un ejemplo a toda España y a Europa y sufragan, sin ayudas externas, una gran obra: el Primer Plan de Saneamiento Integral (PSIM I) de finales de los 70. En un tiempo récord se completa la canalización de todas las aguas negras y de lluvia, que, en algunos casos, aún corrían por superficie, y se construyen siete grandes plantas depuradoras que tratan el 100 % de las aguas residuales antes de verterlas al río. En 1984, la gran cloaca se había convertido, con ello, en un río que, a falta de flujo de agua natural, retenido en la presa de El Pardo, transportaba agua depurada en la que, desde entonces, viven peces y patos.

A los que han podido emitir juicio con premura les invito a hacer un ejercicio de reflexión
Si hay vida, es que hay oxígeno; y no veo compatible la vida con tal catástrofe
Es deseable que las aguas de los primeros momentos de una tormenta sean tratadas

De este modo, Madrid se convierte en pionera en el país, siendo la única ciudad de España y una de las pocas de Europa que, a partir de esos momentos, transporta y depura la totalidad de sus aguas residuales, así como las de otros municipios de la Comunidad de Madrid también. Sólo cuando hay lluvias intensas, los aliviaderos de los colectores marginales rebosan, el agua se enturbia transitoriamente, como en cualquier otro cauce, pero sin que la fauna se resienta.

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Pero la ciudad sigue evolucionando y planifica nuevos desarrollos, España se incorpora a la nueva Europa, las leyes y las normas van cambiando, y, cada vez más, se demanda una mayor calidad ambiental. Por eso, en el año 1997, Madrid vuelve a reaccionar, por segunda vez, consumado un ciclo de cuatro lustros. En esta ocasión, anticipándose al futuro. No se trata, esta vez, de remediar carencias absolutas, como veinte años antes, sino de mejorar lo existente y preparar las bases de futuros desarrollos urbanísticos, adelantándose a ellos. Se amplían depuradoras, se mejoran tratamientos, se doblan colectores y se construyen otros nuevos, se actualiza instrumentación, se introducen tecnologías modernas, se adoptan medidas de reducción de impacto en el entorno de las instalaciones y se abordan nuevas estrategias de gestión. Es el Segundo Plan de Saneamiento Integral (PSIM II ) que, con un presupuesto de 43.000 millones de las antiguas pesetas, es aprobado por la Corporación Municipal del momento sin voto en contra alguno.

Europa conoce bien cómo Madrid ha tratado su saneamiento en los veinte últimos años. Sabe que la ciudad ha gestionado bien esta infraestructura y que, con las condiciones excepcionales de un humilde río sin agua, la villa ha conseguido recuperar vida en un cauce artificialmente relleno de agua residual bien depurada. Europa confía en Madrid y apoya a nuestra ciudad con fondos que cubren el 80% de la inversión. Se toma a Madrid como modelo de bien hacer. Y Madrid vuelve a cumplir sus compromisos, superando nuevamente los controles y auditorías del financiador. El PSIM II coloca de nuevo a nuestra ciudad a la altura de las primeras del Continente en materia de saneamiento.

Pero las ambiciones de calidad no deben tener un límite, aunque sus demandas, sin embargo, han de armonizarse con los costes en una visión sostenible, no sólo desde el punto de vista ambiental, sino económico también. A finales de los setenta, en depuración, el objetivo era tratar las aguas residuales anulando la posibilidad de verter a los cauces una sola gota sin depurar en momentos de ausencia de lluvia. Era un objetivo ambicioso que Madrid cumplió sobradamente y que seguirá cumpliendo con las ampliaciones recientemente llevadas a cabo. En momentos de lluvia muy intensa, los saneamientos de todas las ciudades importantes toleran el funcionamiento de aliviaderos y permiten reducciones de calidad, siempre momentáneas, en los cauces. Sería absurdo, por antieconómico, e innecesario, depurar la totalidad de las aguas de lluvia cuando una tormenta sea demasiado importante o prolongada.

Es, sin embargo, deseable, que las aguas que corresponden a los primeros momentos de una tormenta sean sometidas a tratamiento. La solución moderna consiste en almacenar en estanques las primeras lluvias, que son las que arrastran mayor suciedad, reteniéndolas durante el tiempo que dura una tormenta, y evacuándolas cuando ésta cesa, o en periodos nocturnos, para su depuración. Es éste un objetivo de optimización de calidades que, por su importante alcance económico, debe ser objeto de un riguroso análisis coste-beneficio y de una programación razonable en cuanto a calendario de prioridades.

Por eso, con este objetivo de mejora, precisamente, el Plan de Saneamiento Integral de Madrid (PSIM II) contempló ya una primera fase de actuación, con la instalación de tres grandes estanques de tormentas para regular las avenidas de las márgenes derecha e izquierda del río, que se añaden a tres ya construidos anteriormente (Valdebebas, Butarque y Carabanchel). Uno de aquellos tres estanques, denominado Pozuelo, se halla actualmente en construcción. La del estanque de La China tuvo que ser demorada en el año 2002 para no interferir con las obras del Parque Lineal del Manzanares, aunque hemos leído en la prensa que su obra ha sido recientemente adjudicada. Y el tercer estanque, Valdemarín, tenemos entendido que se encuentra ahora en periodo de redacción de proyecto. Como complemento de estos seis estanques de primera fase, los Servicios Técnicos del Municipio iniciaron, con la anterior Corporación, el estudio y la planificación de varios más, con objeto de abordar, una vez concluido el PSIM II, una segunda fase de construcción de depósitos.

Reflexionando sobre todo lo dicho, no deja de causarnos cierto asombro la lectura del titular y el contenido de un artículo publicado hace unos días en el diario EL PAÍS, que se hace eco de un reciente informe en que se habla de situación catastrófica en el Manzanares. Sólo un lector desprevenido que conozca tan poco como el autor de tal juicio la realidad de los hechos puede caer en la trampa de creer en ello. Lo que afirmo no está basado en opinión o punto de vista subjetivo, sino en la consulta y el contraste de datos e información recopilada a través de los años en que tuve la satisfacción de estar en contacto con este asunto.

Ahí están, a disposición y examen de cualquier ciudadano que quiera comprobarlo, los análisis diarios que, tanto de las plantas depuradoras como del agua del propio río, se realizan en todos y cada uno de sus tramos por el Ayuntamiento y por la Confederación Hidrográfica del Tajo con el cumplimiento de la normativa nacional y europea.

Y sin entrar en el análisis de parámetros y números, no al alcance de todos, ahí están también los más de 10.000 ejemplares de peces, visibles sólo con asomarse a las orillas. Si hay vida, es que hay oxígeno, y no veo compatible la vida y el oxígeno con la tal catástrofe. Que las aguas del río, como la de todos los ríos, desciendan levemente de calidad cuando llueve, no debe suponer sorpresa alguna, y lo cierto es que, en el caso del Manzanares, no conozco un solo episodio en el que, con motivo de lluvia y vertido de aliviaderos, haya habido mortandad importante de sus acuáticos habitantes.

Así que, catástrofe ecológica, ninguna. Ni la ha habido, ni la hay ni, en buena lógica, la habrá en el futuro. Todo lo contrario, lo que ocurrirá es que, de acuerdo con lo previsto en el PSIM II, cuando se terminen de construir los tres estanques de primera fase citados, disminuirá el número de alivios por lluvia. A medio plazo, la situación todavía podrá optimizarse más, cuando se construyan los depósitos de segunda fase que los Servicios Técnicos de Saneamiento vienen estudiando. Si, como consecuencia de una obra viaria, por coincidencia de ocupación de espacios, este plan de nuevos depósitos tiene la oportunidad de anticiparse, tanto mejor, porque este óptimo se podrá adelantar.

No quisiera entrar a comentar otros apartados del artículo en cuestión o del informe en el que dice apoyarse sin conocer este último en extensión, pero, me temo, por la muestra de su título y por las menciones que de él se hacen, que difícilmente resistiría una aprobación por parte de cualquier profesional experto y bien informado.

A los excelentes profesionales de la ingeniería hidráulica del Ayuntamiento de Madrid que han venido trabajando durante años en el diseño, en la construcción y en el mantenimiento del saneamiento madrileño, quiero transmitirles desde aquí mi ánimo y mi consideración por su permanente dedicación, por su profesionalidad y por su sentido de la responsabilidad y bienhacer, que no debería perturbarse por opiniones infundadas.

Y a los que han podido emitir juicio u obrar con premura o superficialidad, les invito a hacer un ejercicio de reflexión sobre todos estos extremos.

Adriano García-Loygorri. Ex teniente de alcalde y ex responsable de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid y catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid.

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