Solidez jurídica y capacidad organizativa
María Teresa Fernández de la Vega, de 54 años, valenciana, va a ser la primera mujer que llega a la vicepresidencia del Gobierno desde el restablecimiento de la democracia y quien más competencias políticas va a acumular en ese cargo: vicepresidenta primera, ministra de la Presidencia y portavoz del Ejecutivo.
Fernández de la Vega ha sido escogida por José Luis Rodríguez Zapatero para esas tareas por su capacidad de organización y por la seriedad, solvencia y dedicación al trabajo que ha acreditado, según sus propios compañeros, en las tareas que ha desempeñado tanto en el poder como en la oposición. Llega a la vicepresidencia del Ejecutivo tras una larga trayectoria política, de 20 años, y con una dilatada experiencia adquirida en la gestión de altos cargos, con Gobiernos socialistas, y en la labor de coordinación y elaboración de propuestas -que ahora tendrá que desarrollar en el Ejecutivo- como secretaria general del Grupo Parlamentario Socialista desde 1998.
Llegó a la política con el cambio que encabezó Felipe González y entra, sin carné del PSOE, en el Gobierno para materializar el cambio en el estilo de gobernar que ha prometido Zapatero. Gran conocedora del ámbito judicial, desarrolló su carrera profesional en la Administración de justicia -accedió a través del cuerpo de secretarios judiciales y llegó a magistrada de lo Social- antes de dedicarse plenamente a la política judicial. Fue jefa de gabinete del ministro de Justicia Fernando Ledesma en el primer Gobierno de Felipe González, luego desempeñó la dirección general de Servicios del Ministerio de Justicia y más tarde ocupó una Secretaría de Estado en ese departamento, bajo las órdenes de Juan Alberto Belloch. Entre 1990 y 1995 formó parte del Consejo General del Poder Judicial.
Soltera, sin carné del PSOE y feminista, siempre ha mostrado gran sensibilidad hacia los asuntos sociales y un considerable temple para afrontar las numerosas situaciones conflictivas con las que le ha tocado bregar.
Su carácter combina la seriedad y la afabilidad, si bien en sus comparecencias públicas puede transmitir una imagen de dureza, derivada en parte de una cierta sequedad expositiva.
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