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Reportaje:

Vivas esperas

Cerca de 800 andaluces están pendientes de un trasplante de órganos, que aún rechazan el 14% de las familias de posibles donantes

Tereixa Constenla

Uno dona al morir, pero puede acordarlo mientras está bien vivo. "Una pena", a decir de Juan Jiménez Jiménez, un bombero sevillano que espera desde hace un mes que le suene el móvil con el anuncio de que alguien ha legado el hígado apropiado para atajar su cirrosis hepática. "Es una pena esperar a que se muera una persona para salvar otra", remacha. Pero es más pena morir sin salvar a nadie: 36 niños y 529 adultos sobrevivieron -o, como poco, mejoraron sensiblemente su calidad de vida- en 2003 gracias a la donación de órganos de 253 personas fallecidas en Andalucía.

El bombero sevillano es uno de los cerca de 800 andaluces que apuran los días pendientes de una llamada de móvil para citarles en el quirófano. De ellos, un centenar aguarda por un órgano vital (corazón, pulmón o hígado) para seguir adelante. La mitad espera menos de tres meses, el resto puede llegar a desear esa llamada durante un año. A veces el móvil suena a deshora. Por no recibir un órgano a tiempo mueren entre 40 y 50 personas cada año en Andalucía.

Por no recibir a tiempo un órgano fallecen cada año en Andalucía más de 40 personas

A pesar de ello, la sensibilización respecto a la donación ha crecido claramente, como evidencia la evolución de las negativas. Mientras que en 1996 rechazaban la cesión de órganos 38 de cada 100 familias consultadas por los coordinadores de trasplantes, sólo 23 de cada 100 se negaron el año pasado.

Los datos del primer trimestre de 2004 resultan incluso más halagüeños: la tasa de negativas ha disminuido a la mitad (14%). Seguir bajando este rechazo es ya el único margen que puede ayudar a incrementar las donaciones en un sistema sanitario al que apenas se le escapan posibles candidatos gracias a una articulada red, que ha convertido el modelo español en una referencia mundial y el país en el de mayor tasa de donantes del mundo (33,9 por millón). "Él principal escollo para convencer a las familias es la falta de información en un momento dramático", explica el coordinador autonómico de trasplantes, Manuel Alonso Gil.

Pasado el tiempo, el 100% de las familias que aceptaron dar los órganos de los fallecidos se mostró satisfecha con su decisión. Pero, desde luego, no es el instante apropiado para reflexionar. De ahí que las estrategias incidan en la divulgación para que la donación sea decidida en vida por el propio afectado. "Creo que como a muchas personas les pasa no terminaba de concienciarme, o por lo menos no me detenía a pensar demasiado en ello", escribió Carmen Santos Arjona a propósito del tema. "Piensas que a ti no te va a pasar, ahora creo que este pensamiento es egoísta pero también comprensible", agregó.

Carmen, casada con Juan Jiménez, vive esperando la llamada que anticipe el recambio vital para su marido, diagnosticado de cirrosis hace cuatro años. A pesar de contar en su entorno con el ejemplo de una donación -la novia de uno de sus hijos fallecida hace nueve años-, no se paró a pensar en el trasplante hasta ahora, cuando la oportunidad de mejora de su esposo depende de la entrega de otros: "Ya estoy mentalizada". Su hijo Sergio apostilla: "Vives ajeno hasta que no te das cuenta de que te pasa a ti".

El éxito del modelo español descansa en parte en esa filosofía del "hoy por ti, mañana por mí", indica el nefrólogo Manuel Alonso. "Ni se cobra ni se paga, nuestro sistema público, universal y gratuito favorece la generosidad", remacha. Nada que ver con Estados Unidos, el segundo país en tasa de donaciones, donde se paga por un trasplante. Nada que ver con países del Tercer Mundo donde traficar con órganos puede resultar una vía de ingresos para sortear una pobreza extrema. El coordinador autonómico asegura que jamás se han probado casos de muertes y secuestros para traficar con órganos, pero sí de comercio consentido. "No es el caso de España, pero esas noticias siempre son negativas para nosotros", aduce.

La donación es un material ultrasensible. Avanza lentamente gracias a las campañas de concienciación, puede retroceder con informaciones negativas y saltar tras la difusión de casos ejemplares. Alonso recuerda que tras la muerte del fiscal Luis Portero, asesinado por ETA en Granada, se disparó el consentimiento de la extracción de órganos de fallecidos en los meses siguientes. La familia de Luis Portero había decidido donar sus órganos. Actuó como un resorte ejemplar, aunque por lo común jamás se difunde la identidad del donante.

Legalmente está prohibido para evitar "una relación de dependencia entre receptor y donante" que puede surgir de forma excepcional. "Es malo cuando no es deseado por una de las dos partes", indica Alonso.Los profesionales sanitarios preservan la identidad de ambas partes, pero el coordinador autonómico de trasplantes también sabe que "quién quiere enterarse, se entera". "Humanamente es comprensible", añade.

Juan, por ejemplo, no siente ningún deseo de averiguar la identidad de su potencial donante. Le parece doloroso. "Me sentiría con la obligación de ver a la familia, y eso le sentaría bien o le sentaría mal, no sé cómo van a reaccionar". Se detiene un segundo a pensar y concluye: "Cada vez que te vea esa familia pensará que llevas la mitad de su hijo".

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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