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Reportaje:LA EUROPA DE LOS 25 | NUEVAS TECNOLOGÍAS

Estonia, un país en la Red

El Gobierno de Tallín ha prescindido del papel y ha generalizado el acceso a Internet de la sociedad

Hace unos cuatro años que el Gobierno de Estonia decidió prescindir del papel. Desde entonces, buena parte de la Administración del país, desde la comunicación entre los diferentes ministerios hasta la gestión de los servicios públicos, pasando por el pago del aparcamiento, se realiza por medios electrónicos.

Que documentos, consultas, sugerencias y decisiones de los diferentes ministerios -protegidos por el sistema más moderno de firma electrónica- viajen de un ordenador a otro supone un ahorro, según cálculos oficiales, de 192.000 euros al año en papel y costes de copiado.

Además de colgar en Internet la agenda del Consejo de Ministros, sus decisiones y ruedas de prensa, el Gobierno estonio, explica Tex Vertmann, consejero de Tecnologías de la Información del primer ministro, creó en el verano de 2001 una página en Internet para incrementar el "diálogo con los ciudadanos". La página se llama Täna Otsustan Mina (Hoy decido yo) y la visitan, según Vertmann, "unas 100.000 personas al mes", un poco menos del 10% de la población estonia.

Todas las escuelas y el 48% de la población tiene ya conexión a Internet
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Sus usuarios proponen cambios o reformas a los proyectos legislativos del Gobierno y votan también sobre sus propias iniciativas o recomendaciones. Vertmann recuerda que "la ley de armas del 2003 suscitó la protesta de los tiradores olímpicos y practicantes de esgrima. La página se llenó de propuestas de cambio y al final el Parlamento enmendó la ley y aceptó sus reformas".

A través de esa página se han discutido temas como el cambio de horario, la pena de muerte, la legalización de la marihuana o la ley sobre prostitución, en la que se quiere penalizar al cliente. Vertmann, un treintañero que habla con desparpajo mientras el gato del primer ministro se pasea por los salones de la casa del Gobierno, subraya que esta corriente de opinión es "muy importante porque la gente se siente escuchada y partícipe de las decisiones".

El empeño del Gobierno estonio en estar en la vanguardia de Internet dará un paso más el año que viene, cuando, según recoge la ley electoral, se admitirá por primera vez la opción del voto electrónico.

Desde que Estonia inició la revolución digital, garantizando el acceso a Internet de todos sus ciudadanos como si fuese un derecho constitucional más, se ha logrado que el 48% de la población entre los 15 y 74 años sea usuaria de la red en casa o en el trabajo -una cifra superior a la de países como Alemania pero aún inferior a la de sus vecinos escandinavos-, que todas las escuelas estén conectadas a Internet, que el número de páginas web estonias supere ya el millón, existan 700 puntos de acceso público y gratuito a la Red -51 por cada 100.000 habitantes-, y que en estos años más de cien mil personas hayan recibido cursos gratuitos de ordenadores.

La revolución también afecta a los teléfonos móviles que posee el 74% de los estonios. De hecho, en el casco viejo de Tallín, la capital, el pago del aparcamiento se realiza a través del móvil, enviando un mensaje en el que se dice el número de matrícula del vehículo y el lugar. Lo mismo al dejar libre la plaza. El coste aparecerá posteriormente en el recibo del teléfono.

Pero como toda revolución, ésta también tiene su lado oscuro. Jorge Hernández, un cubano que lleva nueve años viviendo en Estonia, afirma que "la gente mayor está perdida". "Sienten que ya no se habla con nadie de carne y hueso, que todo es leer instrucciones y no entienden nada".

En cierta forma, a la ruptura generacional que se abrió con la independencia y el fin de la época soviética se ha sumado la brecha digital.

"Mucha gente mayor de 50 años", explica Enn Soosar, uno de los más conocidos analistas de la prensa estonia, "cuya mentalidad fue modelada en la época soviética, no comprende esta internetización de los servicios públicos y de la sociedad en general". "Los primeros años de independencia fueron un periodo de terapia intensiva, muy difícil para la gente mayor, en la que se produjo la reconversión industrial y de la agricultura. Ahora llega Internet, y el que no se adapte se queda fuera de juego, pero es un proceso irreversible".

En Tallín se observa este cambio social en la profusión de obras públicas en sus calles, con el surgimiento de nuevos barrios y la desaparición de los viejos, y en el tremendo contraste entre los edificios y lugares de ocio modernos y la desolación gris del cemento de los distritos soviéticos donde vive buena parte de la minoría rusa.

Internet, como dice Hernández, ha supuesto también "un nuevo vehículo de socialización" en un país con baja densidad de población. "Es una forma de socializarse desde casa, sobre todo para los jóvenes. Una forma de superar la timidez, las reservas y también de ligar. Hay una página donde cuelgas tu foto (www.rate.ee) y la gente te puntúa según lo que moles".

Estonia, unida cultural y económicamente a Finlandia -Helsinki está a tan sólo 80 kilómetros de Tallín-, carece de una gran multinacional de telecomunicaciones, pero sin duda ya ha estrenado el futuro.

Plaza del Ayuntamiento de la ciudad antigua de Tallín, capital de Estonia.
Plaza del Ayuntamiento de la ciudad antigua de Tallín, capital de Estonia.LUIS PRADOS

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