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LA OFENSIVA TERRORISTA | Las repercusiones del 11-M en Marruecos

Rabat aduce que los marroquíes detenidos por el 11-M se hicieron terroristas en la emigración

Un 66% de los ciudadanos de Marruecos considera justificados los ataques suicidas en Irak

Marruecos no se acaba de creer que haya engendrado a esos "monstruos" que perpetraron los atentados del 11-M. Desde que se empezó a sospechar que la mayoría de los autores materiales de la matanza eran marroquíes, dirigentes políticos y prensa oficialista se lamentan en Rabat del daño que esa masacre ha podido causar a la imagen de su país al tiempo que dan a entender que se han radicalizado lejos de su patria, en la emigración en Europa.

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El primero en exponer esa tesis fue el portavoz del Gobierno de Rabat, Nabil Benababdalá. A finales de marzo dedicó su habitual declaración, tras el Consejo de Ministros, a recalcar que el 11-M fue "preparado en Europa y que en él participaron personas de diversas nacionalidades y no sólo marroquíes". Parafraseó a George Tenet, director de la CIA, para recordar que "los presuntos implicados marroquíes viven (...) en países europeos y poseen, además de la marroquí, otras nacionalidades".

La oposición ha expuesto el mismo argumento. "Es falso afirmar que Marruecos es el origen de los actos terroristas de Madrid", aseguraba Saadedin el Otmani, líder del Partido de la Justicia y del Desarrollo (islamista moderado). El Otmani fue de los primeros en condenar la "barbarie" madrileña.

Buena parte de la prensa abunda en la misma línea. "¿Trama marroquí?", se pregunta el semanario La Gazette, antes de contestarse a sí mismo: "¿No habría que hablar más bien de trama española? La mayoría de sus integrantes han adquirido sus galones en territorio español".

La Gazette y el diario Aujourd'hui Le Maroc han ido incluso más lejos. "Si la coordinación antiterrorista [con Rabat] hubiese sido ejemplar por parte de Madrid", escribe este último periódico, "Jamal Zugam y sus cómplices habrían sido neutralizados y los mortales ataques contra los trenes habrían, probablemente, sido evitados". El presidente José María Aznar "ha despreciado las verdaderas amenazas que acechaban a su país".

"Todos ponen el énfasis en demostrar que los jóvenes marroquíes se han radicalizado en su lugar de residencia, España, para eximir así de responsabilidades a Marruecos y evitar que su buena reputación resulte empañada por aquellos que le acusan de haberse convertido en una fábrica de terroristas", explica un diplomático acreditado en Rabat.

El verdadero rostro

"Hoy queda hecha trizas la imagen del Reino, tierra de tolerancia, que aspira a la modernidad y a la democracia", se lamenta Fahd Yata, director del semanario La Nouvelle Tribune. "Nuestra imagen está siendo pervertida, ensuciada, mancillada por fanáticos (...)", añade antes de hacer un llamamiento para que se restablezca el verdadero rostro de Marruecos.

La bestialidad del 11-M disculpa a posteriori la represión contundente de las fuerzas de seguridad marroquíes contra los islamistas que ha sido criticada por ONG de defensa de derechos humanos y hasta por el Comité de la ONU contra la tortura y el Departamento de Estado norteamericano.

"Acusado de regresión en materia de derechos humanos y de desarrollar una represión salvaje, con el propósito de reducir a su mínima expresión el mundillo del islamismo radical, Marruecos ha demostrado que su lucha nunca había estado tan justificada", escribe Libération, órgano de los socialistas marroquíes.

Pocas voces hacen un examen autocrítico de lo sucedido en Madrid. El semanario Le Journal es uno de ellas. Señala que "contrabando, tráfico de droga, religión desenfocada y debilidad de los servicios de inteligencia son factores que amplían el margen de maniobra de los integristas".

"El sector informal, válvula de escape de la economía marroquí, ha acabado girándose contra el Estado", prosigue. "El terrorismo crece en el sector informal" pero suprimir esos tráficos es tanto más difícil que "a la cabeza de las redes de la droga o del contrabando figuran altos funcionarios, personajes con galones o afines al poder".

Un sondeo, encargado por el centro de investigación norteamericano Pew, ha contribuido también, el mes pasado, a dar al traste con la percepción de una sociedad marroquí tolerante. El 45% de los marroquíes tienen aprecio por Osama Bin Laden; el 74% de los marroquíes consideran que los ataques suicidas contra los israelíes están justificados y un 66% opina que también lo están aquellos perpetrados en Irak contra norteamericanos y occidentales.

Comparadas con las de los marroquíes, las respuestas de los paquistaníes a la encuesta de Pew, son más moderadas pero las de los jordanos más extremistas. "La sociedad marroquí se ha radicalizado ante la indiferencia", de los poderes públicos, escribe Abdeslam Magraui, profesor de la Universidad de Princeton en EE UU.

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