Un recuerdo
Cumplido el primer mes de nuestro particular Bloody Thursday, el tristemente notorio 11-M, se mantiene en nuestra retina la imagen de los inmensos boquetes abiertos en los trenes madrileños, tan grandes como los que todavía siguen abiertos en nuestros corazones.
Impactados por la brutalidad que se llevó de golpe la vida de un par de cientos de conciudadanos, dejó un larguísimo reguero de heridos, familias rotas para siempre y el miedo y la impotencia incrustados en nuestro interior, sacamos de no sé dónde fuerzas para seguir adelante, porque la vida, a pesar de la intensidad del horror, ofrece motivos para ser disfrutada.
Las presencias que ya nunca más lo serán, deben ser permanentes a través de nuestro recuerdo, y los que somos testigos de lo que ocurre a nuestro alrededor, debemos rendir homenaje a los ausentes a través de nuestra memoria. Situaciones que de pura rutina se nos antojan habituales, no lo son en absoluto.
En esta tierra vasca algo sabemos del intenso goteo que supone la desaparición violenta de casi mil personas, todas ellas muertas en nombre de un falso ideal teñido de sangre.
La labor discreta de muchos profesionales que arriesgan su vida para contribuir a nuestra seguridad y bienestar pasa a menudo desapercibida, porque lo cierto es que la amenaza terrorista se mantiene para quienes son objeto de nuestros talibanes locales. Y hay quienes dejaron su vida intentando proteger la de los demás.
El pasado día 2 se cumplió el segundo aniversario de la trágica muerte de Joseba Andoni Urdaniz, escolta de una concejal del PSE-EE. Ayer, 12 de abril, hubiese cumplido 35 años. En su nombre, a todos los que contribuyen para que nuestra existencia sea más segura, gracias. Muchas gracias.
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