Problemas para Zapatero
Escribió Maquiavelo que es mejor ser temido que amado. Bueno, eso va a días y aun a ratos. Pero el príncipe debía procurarse también la adhesión del pueblo, es decir, ponerle una vela a Dios y otra al diablo y que ambas ardieran. Pero las adhesiones suelen ser fugaces, aunque a veces las haya sorprendentemente sólidas, paralelas a la desafección, incluso al odio. Un líder se cuidará de no perder de vista sus promesas, pero también de no convertirlas en una profesión. Pueden tomarle por tonto. En otro orden de cosas, hay que templar los tiempos de la sonrisa. La adustez crónica es pompa con o sin circunstancias, pero la sempiterna cordialidad sonriente tampoco rinde frutos duraderos y voluptuosos. "Es que soy optimista y de buen natural". Pues procure no ser tanto ni una cosa ni la otra.
Con todo, y con mucho más que podríamos añadir, José Luis Rodríguez Zapatero es, me parece, hombre mucho más hábil de lo que muchos observadores creían. El hecho de que lea filosofía y no a Maquiavelo, es un punto a su favor, pero dejémoslo en buena señal. Mejor que ser adicto a la prensa deportiva, como su oponente Rajoy; y no me vengan con monsergas de que Zidane es para un rato y las relaciones con Alemania para otro: no se puede ser, a la vez, de Bisbal y de Bach; quien diga lo contrario, es de Bisbal y no me apeará de ahí la madre que me parió, con lo que no entraré al trapo de la discusión.
Con toda su ya probada habilidad, Zapatero puede haberse metido en un avispero contra el que no hay coraza y así me confunda el infierno, pues por el bien de la mayoría le deseo éxito. Ante el tribunal de la posteridad (ahí me las den todas) tendrá excusa. Mejor correr ese riesgo, dirá, que no adoptar la línea Maginot, fatal para los cartagineses y fatal para los romanos. A cristazo limpio o teñido, todos al cementerio más o menos metafórico. Digamos que sólo metafórico, que también es letal para multitud de almas, ya que no para todas, así Dios nos guarde o nos deje de guardar.
Aznar quiso hacer igual lo que sólo hará igual la tecnología, que no tolera intromisiones. Zapatero, que no se cree lo del universo tecnológico, nos quiere más parecidos al uno para todos y todos para uno. Lo suyo es la Constitución flexible. Teóricamente, y en mi resfriada opinión, es la mejor apuesta, aunque preñada de riesgos. (Lo de preñada lo pongo por si desanimo a alguien y contribuyo a extinguir la que es palabreja en este contexto).
Aún no investido Zapatero, empiezan las reivindicaciones nacionalistas, algunas de ellas con fuerte carga de "confederación" muy reminiscente del espíritu medieval. En la Edad Media, el súbdito andaluz no solía saber por dónde caía Galicia. La "unión" peninsular carecía de pegamento. Como en las confederaciones de hoy, matrimonios de conveniencia y a plazos. El "Estado fantasma", han sido llamadas. La CEI. Repúblicas ex soviéticas hasta hace poco confederadas con la Unión Soviética y que mantienen un vínculo fantasmal con Rusia. Dice Pujol que "un catalán no tiene más patria que Cataluña". A mí, en trance de no tener ninguna, se me da una higa, pero no por eso dejaré de opinar que las selecciones deportivas catalanas, que ya se piden, revelan esa carencia de apego fácilmente reconocible en lo confederal e irreconocible en el federalismo, donde la patriotería es bien patente. Pero tanta impaciencia sorprende por su torpeza. Darle munición al otro bando cuando aún no están asados los pimientos son ganas de hacerle la puñeta a Zapatero y de ponerle en tal brete que muerto (políticamente) el valedor, vuelta a empezar, pero con mayor rechifla y encono. No le concedan tiempo a un hombre de buena voluntad y tendrán a Urdaci y demás armas y bagajes per sécula, que no serán grandes estadistas, pero a endiabladamente listos nadie les va a la mano. Lo veo venir; lo veo venir y así se me nuble la vista y el resto de los sentidos, que por cierto ya son más de cinco y más de seis, vamos en busca de Dios: "Españoles, ya os lo advertimos. Asociarse con los separatistas es querer la destrucción de España. Pero con vuestro voto...". Espero que ningún lector piense que me estoy posicionando. Zapatero ha enfilado la única vía posible, dada la peligrosa vereda por la que sin mirar el suelo transita desde hace años el PP. Pero en un país, España, en el que sólo la mediocridad lo abarca todo en marmóreo abrazo, a Zapatero le crecerán los enanos antes del destete, pues cuando más pronto reaparezca Pilar del Castillo y similares, mejor. Los Artur Más, los Carod, socorro. Pero no seré confeso y convicto de profeta, pues bien comprendo que dos ya son multitud y que de la multitud puede surgir cualquier cosa, incluso un acierto.
Zapatero puede darse de bruces con otras adquisiciones igualmente temibles si a las urnas nos ceñimos. Quizás la más funesta de las herencias sea una economía que sobrevive con un magro crecimiento, tantas veces glorificado en comparación con países que ya están hechos. Una economía vibrante, pero haciéndose, crece a tasas superiores al 4% y me quedo corto. China, India, y antes Japón, (entre otros) engordan mucho más deprisa y además de producir basura exportable, andan metidos en la carrera espacial. (La India provee de informáticos al mundo y tiene la bomba). Porque están haciéndose en todos los frentes económicos. Aquí todo es turismo y construir edificios, venga ladrillo. La productividad es baja y, con todo, la fuga de empresas ha iniciado contundentemente el camino. Poca investigación, poco desarrollo y una descoordinación que hace imposible innovar. Situación que puede estallarle a Zapatero porque devorándose a sí mismo no se llega a longevo. (El PP no inventó esta incuria, que es ancestral, aristocrática y religiosa). Como revienten las costuras de tan triste ropaje en los próximos años, ya se sabe qué espaldas molerán los palos.
Las listas de acechanzas es larga porque el mundo anda muy revuelto y derivar hacia el nuevo Gobierno culpas seculares y culpas de hace sólo ocho años, va a ser cuestión de las que no resuelve el buey de la fábula. De entrada, hay pasos marcados por el Gobierno anterior y pasos dados por la impaciencia suicida de unos y otros patrioteros. Todas las patrias son comestibles, y que unas sean más que otras deja indemne el poco edificante paisaje.
Manuel Lloris es doctor en Filosofía y Letras.
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