Bush busca una salida a la peor situación en Irak desde el final de la guerra
El jefe del Pentágono asegura que se trata de un "problema serio que se está abordando"
La explosión simultánea de dos frentes -extremistas chiíes en el sur y militantes fieles a Sadam Husein en el triángulo suní- y los choques de la última semana complican extraordinariamente la situación del presidente George W. Bush. La ausencia de planes claros y concretos a corto y medio plazo, la incapacidad de la nueva policía iraquí y las consecuencias de la escalada militar en la población civil coinciden con las nuevas críticas sobre el tamaño del Ejército desplegado en Irak. El presidente mantuvo ayer una videoconferencia con el mando militar y civil en Irak.
La reunión, presidida por Bush desde su rancho de Tejas, concentró a la plana mayor de Seguridad y Defensa -la consejera, Condoleezza Rice, y el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld- y a los responsables militar y civil de Irak, el general John Abizaid y el responsable de la Autoridad Provisional de la Coalición, Paul Bremer. Según el portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan, la reunión se celebró para abordar la situación en Irak. Por encima de los choques armados, son dos las cuestiones importantes y urgentes: ¿Hay que enviar más tropas? ¿Hay que mantener el plan de transferencia de soberanía para el 30 de junio?
El mando militar valora la posibilidad de pedir al Pentágono que modifique su posición y envíe más soldados. El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, que no lo descarta, dijo ayer que el Pentágono puede aplazar la vuelta de parte de las tropas. Rumsfeld aseguró que la situación no está "descontrolada" y que se trata de "relativamente pequeños grupos de terroristas y de milicias, un par de manifestaciones y algún desorden. Un problema serio que se está abordando", concluyó, "no un ejército enemigo en pie". Mientras, Bush repite el mismo mensaje: "Ni gánsteres ni terroristas nos van a apartar de nuestros objetivos. Tenemos una tarea dura, porque allí hay terroristas que prefieren matar a inocentes antes que permitir el avance de la libertad. Pero mantendremos el rumbo".
Hasta ahora esto ha funcionado, pero, según un sondeo elaborado por el Centro Pew, más de la mitad de la población está en desacuerdo con la manera en la que el presidente gestiona la situación. La valoración global de Bush ha caído a un 43%, el punto más bajo desde que está en la Casa Blanca. En tres meses se ha pasado del 32% al 44% de norteamericanos que quieren que vuelvan las tropas, aunque aún hay un 57% que cree que la decisión de ir a la guerra fue correcta.
La situación es tan apurada que un republicano crítico con Bush como el senador John McCain tuvo que intervenir ayer para rechazar la afirmación de otro senador, el demócrata Ted Kennedy -"Irak es el Vietnam de Bush"-, y afirmar que "es innegable que los iraquíes están ahora mejor que hace un año". El veterano senador demócrata Robert Byrd habló también de "los ecos de Vietnam" y pidió la retirada. Pero Joseph Biden, más representativo que Byrd, dijo que Irak "merece el precio que hay que pagar". Y John Kerry, aspirante a la Casa Blanca, pidió "un homenaje a nuestros soldados en estas circunstancias difíciles" y dijo que "a pesar de las diferencias políticas, estamos unidos como nación al apoyar a nuestras tropas".
El problema no es sólo lo que ocurre ahora, sino lo que se anticipa para los próximos meses. EE UU mantiene la fecha del 30 de junio para la transferencia de soberanía a un Gobierno provisional, y se supone que antes habrá una nueva resolución de la ONU que organice la presencia internacional en Irak y le ayude a preparar las elecciones. El plazo estimula la actividad de los grupos armados: las cosas empeorarán después del 30 de junio, pronostica Harold Meyerson en The Washington Post: "El Gobierno provisional asumirá el poder sabiendo que su seguridad depende por completo de las fuerzas de EE UU. Es muy probable que eso no le ayude en su popularidad y su legitimidad, ni tampoco en su seguridad".
En esta situación, cobran especial importancia las reuniones que mantendrá el primer ministro británico, Tony Blair, la próxima semana en Washington y Nueva York. Blair verá a Bush en la Casa Blanca el viernes 16, después de haber cenado la noche anterior con el secretario general de la ONU, Kofi Annan. Aunque el portavoz de Blair dijo ayer que no se trataba de reuniones de crisis, es evidente que los tres se dedicarán a buscar salidas, con especial atención al papel que debería jugar la ONU en la transferencia de soberanía.
EE UU aún no ha revelado su posición sobre la eventual resolución que dé a la ONU un papel central en Irak. Independientemente de que se consiga trenzar un texto satisfactorio, no es negociable para Washington un cambio en el mando militar.
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