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Reportaje:

Los kurdos de Siria salen del ostracismo

Damasco dice que no tiene problemas con esta minoría étnica de dos millones y minimiza los incidentes de Hasaka

Jorge Marirrodriga

En la Universidad de Alepo, la segunda ciudad de Siria, a 350 kilómetros de Damasco, los estudiantes acuden a la clase ante la mirada curiosa unas veces, e indiferente la mayoría, de decenas de policías. "Es una vigilancia normal", asegura un agente, pero los estudiantes sonríen y niegan con la cabeza cuando son interpelados. Hace dos semanas, el campus fue el escenario de incidentes entre la policía y estudiantes kurdos que conmemoraban la matanza de Halajba, en Irak, cuando Sadam Husein asesinó con gas mostaza a 5.000 kurdos. Aunque Sadam era un enemigo de Siria y de todos los kurdos, la manifestación tenía que haber sido pacífica, pero esta vez la protesta se desarrolló 24 horas después de que en la región de Hasaka, a 600 kilómetros de la capital Damasco estallaran unos violentos incidentes que, oficialmente causaron la muerte de 20 personas -14 kurdos y seis árabes, entre ellos varios policías-. Cifras facilitadas por organizaciones kurdas en el extranjero elevan el número a 40.

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Los kurdos en Siria son una minoría de dos millones de personas sobre una población de 18 millones. No existen formaciones políticas ni asociaciones exclusivamente kurdas. Tampoco se enseña kurdo en las escuelas sirias, ni se imprimen libros o periódicos en esta lengua, que queda reducida al ámbito familiar. "Es mejor así", comentan algunos kurdos residentes en Alepo. Algunos de sus representantes en el extranjero denuncian que desde 1995 se les impide celebrar algunas fiestas importantes del calendario kurdo, como la fiesta de Nowroz (Año Nuevo), y que cerca de 200.000 kurdos no tienen nacionalidad como resultado de un censo elaborado en 1962.

"Históricamente, Siria ha ayudado a los kurdos que huían de Turquía e Irak. Muchos de ellos piden la nacionalidad siria, lo que debe de resolver después dentro del marco jurídico", asegura Mahdi Dahlala, director de Dar al Baaz, el periódico más importante de Siria y órgano oficial del partido en el poder.

Alepo, habitada según la tradición desde los tiempos de Abraham, es un punto geográfico donde conviven árabes, turcomanos, armenios y kurdos, que suponen la minoría étnica más importante del país, concentrada en el noreste del país. Los kurdos, como cualquier sirio, están obligados a realizar el servicio militar y pueden acceder a cargos de responsabilidad tanto en la Administración como en el partido Baaz. "Siria ha tenido cuatro presidentes de la República y dos primeros ministros kurdos. No hay un problema kurdo en Siria", dice el primer ministro, Mohamed Naji Otri, quien apunta a que las tensiones étnicas de las últimas semanas vienen de fuera, es decir desde Irak.

Pero aunque se acepta la existencia de un grupo étnico kurdo, las autoridades se niegan a aceptar la expresión Kurdistán sirio. La zona de los disturbios es la fuente de gran parte de la producción de petróleo del país, de trigo y algodón. Sus lazos con el Kurdistán iraquí no se limitan al paisaje. "Toda la región, no sólo Siria, se encuentra en un estado de incertidumbre y tenso. No hay familias en el noroeste de Siria sin parientes en Irak. Tienen en común muchísimas cosas, desde las tradiciones a la gastronomía. Por eso la influencia de lo que ocurre en Irak es automática. Siria no puede gozar de estabilidad si Irak no es estable", advierte en Damasco Dahlala.

Aunque las versiones de los choques de Hasaka, el 12 y 13 de marzo, difieren según la fuente,coinciden en que en el origen está la influencia del Kurdistán iraquí. El Gobierno sirio reconoce que escuelas, depósitos de alimentos y edificios oficiales fueron incendiados. Hubo que enviar compañías especiales de policía desde la capital y se tardó varios días en restablecer la seguridad.

Damasco asegura que kurdos infiltrados desde Irak enarbolaron banderas de Estados Unidos y retratos del presidente George W. Bush "una prueba de la injerencia externa", señalan. "Vinieron desde Irak, pero no eran kurdos, sino árabes", explica Walid, policía de origen kurdo que por la tarde redondea su sueldo haciendo trabajos de albañilería. "Los árabes que venían de Irak comenzaron a gritar consignas a favor de Sadam, y eso fue una provocación".

Amnistía Internacional afirma que el 9 de marzo, fecha en que se aprobó la Constitución iraquí que reconoce como lengua oficial el kurdo, se produjeron detenciones en Al Qamishly durante unas manifestaciones que celebraban la aprobación del texto en el país vecino, lo que, según la organización, demostraría que todo comenzó antes del partido de fútbol. Hay más minorías implicadas en el problema. Una fuente de Hasaka, de origen cristiano, aseguró que "los kurdos han ido echando de la zona a los cristianos en los últimos años y se han apropiado de todo".

"Los recientes disturbios han sido distorsionados desde el exterior por medios que han exagerado el problema", afirma Mahdi Dahlala, fiel a la consigna de minimizar los acontecimientos. Sin embargo, la actitud del Gobierno sirio respecto a la minoría kurda en Oriente Próximo ha cambiado en los últimos años. Tras apoyar incondicionalmente la lucha de los kurdos contra Sadam y hacer la vista gorda ante los terroristas que actuaban en Turquía, en 1998 el fallecido presidente Hafed el Assad decidió retirar el apoyo a la guerrilla del Partido Comunista del Kurdistán (PKK) enfrentado al Gobierno de Ankara. La colaboración entre ambos países volvió a ponerse de manifiesto con la entrega por parte de Damasco de 22 turcos implicados en los atentados contra varias sinagogas de Estambul en diciembre, donde resultaron muertas más de 60 personas.

Jóvenes kurdos pasan ante una casa quemada en la localidad siria de Ein al Arab.
Jóvenes kurdos pasan ante una casa quemada en la localidad siria de Ein al Arab.AP

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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