_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Chipre: ¿solución o problema europeo?

Andrés Ortega

La propuesta de reunificación de Chipre que ha puesto sobre la mesa Kofi Annan y que, con unos poderes sin precedentes para el fino secretario general de la ONU, se someterá a referendos en sendas partes el 24 de abril, es una solución europea al último muro que queda en Europa. Si una u otra parte la rechaza, sólo los grecochipriotas ingresarán en la Unión Europea el 1 de mayo, importando el problema.

Se rechace o se apruebe, la propuesta constituye un precedente en varios sentidos. El Gobierno español la ha estado mirando con cierta reticencia, aunque lo que vale para unir no debe servir para separar. La UE ha aceptado ciertas exenciones a algunos de los pilares básicos del acervo comunitario, como son la libre circulación y derecho de residencia de las personas y capitales entre las dos partes del Chipre reunificado, pero se ha negado, hasta ahora, a aceptarlas como permanentes. Junto a la desmilitarización con una reducción de las fuerzas griegas y turcas y un aumento de los cascos azules de la ONU, serán temporales, aunque largas: 18 años, o hasta que se produzca el ingreso de Turquía en la UE, posibilidad que, vía Chipre, ha ganado en probabilidad. O, en materia económica y humana, hasta que se equiparen los niveles de renta de una y otra parte, previsiblemente mucho antes.

Es más que posible que los grecochipriotas acaben rechazando la oferta. Creen tener menos que ganar que los turcochipriotas, que se han quedado rezagados desde la invasión turca de 1974, y les parece excesivo lo concedido en materia de permanencia de tropas turcas o de límites a su derecho a regresar a las casas de las que muchos fueron expulsados en el norte de la isla casi 30 años atrás. Por su parte, los turcochipriotas no han recibido garantías de que las 4.000 propiedades reclamadas hasta ahora por los expulsados no serán sometidas a jurisdicción alguna. Un único caso perdido ante el Tribunal de Estrasburgo (Consejo de Europa) les ha costado casi un millón de euros. La presión externa puede dar resultados y ayudar a convencer a ambas partes de que todos salen ganando con este acuerdo. Y hasta ahora el proceso negociador ha demostrado que cuando la ONU, la UE y EE UU, como en este caso, actúan de consuno, el mundo marcha mejor.

De aprobarse este esquema inspirado en el modelo suizo y en parte en el belga, Chipre dispondría de un Estado federal central débil, con dos Estados constitutivos con igual status entre sí, organizados libremente bajo sus propias constituciones por debajo de la común (los textos, que hasta incluyen la partitura del nuevo himno nacional, se pueden consultar en www.cyprus-un-plan.org), y sin jerarquía de leyes entre las federales y las de cada parte. Los chipriotas acumularán ciudadanías: la europea, la chipriota, y también otra interna, greco o turcochipriota que no es meramente simbólica, pues otorga el derecho de residencia en cada parte.

La política exterior única es un decir. En cuanto a la participación en los Consejos de la UE, Chipre puede estar representado por el Gobierno central o, en asuntos que caigan bajo la competencia " exclusiva o predominante" por uno de los dos Estados constitutivos, que a su vez podrán tener, dentro de las embajadas de Chipre, representantes propios en estas materias o comercio y agricultura, y llegar a con otras entidades subestatales de otros países.

Sin la perspectiva de ingreso inmediato de Chipre, y el más alejado de Turquía, en la UE, no hubiera sido posible esta solución que, de ratificarse, llevará a introducir el turco como lengua oficial en la Unión. Los problemas de soberanía se relativizan en una Europa más integrada. También la pertenencia a la UE facilitó el acuerdo de paz sobre Irlanda del Norte. Simplemente con ser, la UE ya hace. Pero si el intento fracasa, el chipriota se convertirá en un problema para toda la Unión.

aortega@elpais.es

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_