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LA EUROPA DE LOS 25

Del ballet al hormigón

Pilar Bonet

El bailarín Olesandr se dispone a abandonar Lviv para una gira de tres semanas por España y Portugal. Su intención es volver a casa dentro de tres meses con varios miles de euros ganados en la construcción.

Su caso no es excepcional. Entre 2,5 millones y 7 millones de ucranios, según diversos cálculos, se han visto obligados a emigrar para sobrevivir.

"La mejor ayuda que se nos podía prestar para evitar que perdamos a nuestros jóvenes es levantar la economía aquí", dice Yuri Grecko, jefe del servicio de emigración de la región de Lviv. En su jurisdicción viven 2,6 millones de habitantes (según datos de 2001), 120.000 menos que en 1989. Entre 130.000 y 180.000 personas empadronadas están ausentes. "Creemos que el 30% de ellas se ha marchado a Italia, donde viven cerca de 400.000 ucranios", señala Grecko.

El funcionario tutela también a los extranjeros irregulares que llegan a estas zonas de Ucrania con la idea de pasar a la UE. "Esta frontera está bien montada y por aquí hay poca gente que intenta colarse. La situación es peor en las zonas boscosas de los Cárpatos, limítrofes con Rumania o con Hungría", afirma. Ucrania ha adaptado su legislación sobre refugiados a las normas humanitarias europeas, pero el Estado no tiene medios para mantener a los emigrantes irregulares mientras decide si repatriarlos o darles asilo político. En tanto se resuelven sus casos, muchos hacen repetidos intentos de llegar a la UE. "Nadie sabe exactamente cuántos son. En Kiev se calcula que hay entre 20.000 y 40.000 personas. Para venir aquí, desde países como Somalia o China, han pagado entre 2.000 y 10.000 dólares". Después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, los programas para ayuda de refugiados de la ONU se restringieron, dice Grecko, y lamenta que "Occidente se cierre a los que están al otro lado".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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