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OPINION DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Carta a un 'beetle' rojo (y a un taller...)

Yo tenía un coche; algo más que un utilitario, pero finalmente modesto. Un Volkswagen Beetle, rojo, que me rejuvenecía y me trasladaba nostálgicamente al México de los "escarabajos", en trance de desaparecer (los "escarabajos").

Lo compré en julio de 1999, y disciplinadamente pasaba mis revisiones en el taller concesionario del paseo de las Yeserías.

El pasado mes de diciembre se produjo algo que iba a cambiar definitivamente mi vida, convirtiéndome en asidua de los servicios públicos de transportes -tengo que decir que sin queja alguna-, y objetivo ocasional de la caridad de familiares y amigos: en el garaje donde con mimo hacía pernoctar a mi beetle, robaron los asientos del vehículo... ¡Enteritos!

El tema era complejo pero, también disciplinadamente, inicié con energía los trámites pertinentes: denuncia policial, parte al seguro, servicio de grúa, transporte al taller...

Hasta aquí, todo bien, y luego, empieza Kafka... Semanas, meses de llamadas, interesándome por la salud del afectado. Todo era complicado: vacaciones de Navidad, casi siempre era viernes, y ya se sabe... ese horario de taller que tantas connotaciones tiene con el británico: se almuerza a las 12.30; se cierra a las 18.00, y casi siempre la cantinela grabada: "En estos momentos no podemos...". Tras prudente espera, la reacción airada de exigencia -con visita al taller incluido- y queja al Servicio de Atención al Cliente de Volkswagen. Nada.

Comencé a tener intimidad con algunos interlocutores con los que conseguía contactar telefónicamente -estoy al borde de ser acusada de absentismo laboral, tal es mi enfermiza fiebre telefónica al taller-, y conozco las amables voces de Ballesteros, Sepúlveda, Jesús, Jacinto, J. A. Úbeda, el señor Troyano... "Tiene usted mucha razón. ¿Qué quiere que le diga? Nos falta una pieza, que vendrá la semana que viene. Yo le llamo. No se preocupe".

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Ya estamos en marzo (casi en abril). Empieza la primavera y me encanta pasear por Madrid.

No quiero coche. No quiero mi coche. Sé que no lo voy a volver a ver más. Es un amigo que se ha ido, con su volante, sus asientos mullidos, las casetes amorosamente grabadas, sus lucecitas... Fue un espejismo, un amor que duró cuatro años. Pero comprendo que a cualquiera se le puede olvidar pedir una pieza, que cualquiera puede enviar la equivocada, que todo oficio tiene sus reglas y horarios...

Adiós, beetle rojo. Acuérdate de mí en la soledad del taller, de tu nueva casa.

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