La ambición
Nicolas Sarkozy confiesa que piensa en ser presidente no sólo cuando se afeita. Este hijo de emigrantes húngaros nacido en 1951 es la gran esperanza de la derecha. Ministro del Presupuesto y portavoz del Gobierno entre 1993 y 1995, demostró tener demasiada prisa y valorar poco la fidelidad cuando apoyó a Edouard Balladur antes que a su mentor, Jacques Chirac. De ahí que éste le marginase. Tras colocar la inseguridad en el centro del debate de las presidenciales de 2002, Sarkozy se ofreció a Chirac como ministro de Interior inevitable.
Se ha ganado una gran popularidad, pero no está claro que haya servido para borrar la leyenda de traidor que le persigue. Chirac le detesta, no tanto por lo que le ha hecho como por ser su retrato con 30 años menos. Es el número uno del Ejecutivo. Su esperanza reside en que su cambio de cartera, a la muy difícil de Economía, coincida con una reactivación de la actividad y le sirva para dar el salto.
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