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Reportaje:

En busca de la flora y la fauna del valle del Lozoya

El centro de educación ambiental El Puente del Perdón, en Rascafría, es un referente de las especies autóctonas de la zona

Esther Sánchez

Por el valle del Lozoya vuelven a campar a sus anchas especies agrícolas y ganaderas que habían caído en el más oscuro de los olvidos. Ya no es tan difícil ver en las casas de los pueblos de la zona ejemplares de gallina castellana negra o frutales como el manzano rosa de El Paular. Los artífices de la recuperación trabajan en el aula de educación ambiental El Puente del Perdón, ubicado en el término municipal de Rascafría, frente al monasterio de El Paular. Esta instalación es una de las 10 que tiene repartidas la Comunidad por la región. Los responsables del centro enseñan, al mismo tiempo, prácticas de cultivo y ganadería respetuosas con el medio ambiente; investigan la posibilidad de introducir nuevas especies y organizan exposiciones temporales, cursos y paseos guiados. Todas las actividades son gratuitas.

Los responsables del aula enseñan prácticas de cultivo y ganadería respetuosas con el medio ambiente

"Cuando se habla de biodiversidad parece que estamos refiriéndonos al Amazonas, pero no hace falta ir tan lejos", asegura José Manuel Barrueco, técnico de la Consejería de Medio Ambiente.

Uno de los ejemplos de riqueza ambiental de la región se encuentra a un tiro de piedra de Madrid: el valle del Lozoya. El centro de educación ambiental de El Puente del Perdón, situado en un enclave privilegiado, al pie del río Lozoya, abrió sus puertas en el año 1997 con la difícil tarea de convertirse en un referente de la agroecología (diseño de sistemas de producción sostenibles, socialmente justos y culturalmente aceptables).

El centro trabaja, además de con los visitantes que se acercan a las instalaciones, con la población de los pueblos de Rascafría, Oteruelo, Alameda y Pinilla del Valle, Lozoya, Garganta y Canencia. En total, unos 4.700 habitantes. "Los inicios siempre son duros. Llegar a los vecinos de las localidades de alrededor ha costado. Pero ahora hay niños de ocho años que nos conocen desde que tenían tres. Somos amigos y confían en nosotros", explica Tatiana Licht, responsable del aula de educación ambiental.

"Todos nos han ayudado mucho", continúa Licht, "los mayores han echado mano de sus conocimientos y así hemos podido averiguar cuáles eran las especies animales y vegetales que se habían perdido. Generalmente cayeron en el olvido, porque llegaron otras con fama de dar mejores resultados que las autóctonas". De esta forma, los responsables del aula partieron de un entorno donde existía un patrimonio de frutales, huerta y setos que estaban en peligro de desaparición. "Eran sistemas que habían permanecido sin deteriorar el medio, por lo tanto, eran sostenibles y aplicables en la actualidad", afirma Barrueco. Los agricultores les han suministrado semillas de las especies autóctonas, "para que exista un reservorio de ese material genético".

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Los responsables del centro también han aprovechado la cercanía del monasterio de El Paular. "Hemos recogido la sabiduría de los monjes que cuidaban la huerta del monasterio. Sobre la de dos. Uno de ellos ya ha fallecido y el otro está muy mayor", comenta Licht apenada. Al ser un lugar cerrado, la huerta conservaba verdaderas joyas vegetales, como dos variedades de manzano. "Ellos nos enseñaron a injertar de la forma tradicional, utilizando un barro especial".

Toda una sabiduría que los trabajadores del centro tienen claro que hay que transmitir al resto de los lugareños, sobre todo a los niños. De esta forma el aula ambiental se ha volcado con este sector de población. Ha desarrollado múltiples actividades en los centros escolares. "Llevamos a los animales que tenemos: tórtolas, conejos, patos... a las aulas para que los chavales les cuiden", explican. En una ocasión instalaron comederos para los pájaros en los colegios. Los niños tenían imanes con los ejemplares pintados. Cuando veían a uno comer, cogían el imán correspondiente y lo pegaban en el cristal. "Así empezaron a reconocer las especies de su entorno sin darse cuenta".

El primer paso en la educación ambiental está dado. Después, cuando los niños crecen, continúan las actividades, cada vez más complejas. Licht sostiene que se puede ser competitivo explotando una superficie siguiendo pautas ecológicas. Y que es posible desarrollar en estos pueblos otra actividad aparte de la hostelería y el turismo. Con las asociaciones de mujeres del valle, el centro ha trabajado la jardinería ecológica. "Se aprende cómo crear un jardín con plantas de la zona y a controlar las plagas con métodos naturales", dicen.

Cambio gallina por grano

Tres gallinas castellanas negras y un gallo a cambio de un saco de grano. Éste es el trato que propone el aula de educación ambiental del Puente del Perdón, situado en Rascafría, a los vecinos de la zona. Todo para recuperar una raza de gallina especialmente adaptada a las duras condiciones climatológicas del valle del Lozoya.

Si se acepta, hay que seguir unas pautas para el cuidado de los animales que se detallan en una reunión informativa. En ella se explican las características de la raza, cómo manejar a los animales y se dan unas nociones de alimentación saludable. "También les ponemos en contacto para que puedan intercambiar ejemplares y experiencias", explica la responsable del proyecto, Tatiana Licht.

La introducción de esta especie de gallina también se ha utilizado para llamar la atención de los niños en los colegios. Se creó una narración breve y una canción sobre la gallina castellana negra, llamada Castellina, la gallina. "Gustó tanto que la melodía se ha convertido en una de las preferidas de los peques, y la puedes oír en cualquier momento por las calles de los pueblos", dice Licht.

El aula de educación ambiental del Puente del Perdón se puede visitar todos los días de 10 a 18 horas. Está dividida en varias parcelas: el vivero, los frutales, la huerta y los setos, la parte de plantación de cereal y lino, una zona de experimentación con nuevas especies y los corrales para las gallinas y los gallos.

- Lugar. Centro de educación ambiental El Puente del Perdón, teléfono 91 869 17 57. www.medioambiente.madrid.org

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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