Vidas rotas / 13
Tres mujeres, dos hombres, tres nacionalidades y un montón de proyectos sin final
Era ucranio, pero en España le llamaban Álex. Quería una bicicleta plateada y una casa en Crimea. Sólo consiguió la bici. María Eugenia trabajaba en un banco de Madrid, vivía en Leganés. Le gustaba leer y, sobre todo, escuchar. Ella siempre estaba bien. Julia hablaba mucho y le alegraba la vida a los ancianos a quienes cuidaba, después de descubrir, tras la dureza del paro, una vocación tardía. Francisco Javier trabajaba de informático, pero dividía sus pasiones entre la música y la pintura. Entre Bunbury y Dalí. Anca Valeria era rumana, cuidaba niños y ya estaba pensando en su traje de novia. Pasó sus últimas vacaciones en San Sebastián y pensaba que era una mujer con suerte. No coinciden ni en edades, ni en gustos, ni en nacionalidades. Pero todos ellos han dejado proyectos inconclusos. Sueños que no se cumplirán.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.