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Columna
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Mensajes de muerte

ETA se ha creído obligada a difundir su "lectura" de las elecciones del 14-M celebradas a la ominosa sombra del brutal crimen perpetrado en Madrid el 11-M. Dentro de la generalizada sorpresa causada por la victoria del PSOE, el desconcierto de los terroristas ha sido mayúsculo, tal vez porque la lógica catastrofista de sus delirantes razonamientos -"cuanto peor mejor"- le conducía seguramente a preferir la mayoría absoluta del PP. La tendencia de los grupúsculos a considerarse el ombligo del mundo y el motor de la historia explica que el comunicado de ETA atribuya la derrota de los populares "a los conflictos que tienen con Euskadi" y al fracaso del Gobierno de Aznar para acabar "con la resistencia vasca y la izquierda abertzale": ésa sería la auténtica causa de que "los ciudadanos españoles" dieran el 14-M "una negativa rotunda a su política". El diagnóstico es clamorosamente falso: abstracción hecha de la desleal, sectaria y maliciosa manipulación electoralista realizada por el Gobierno de Aznar a costa del atentado del 11-M y de la reunión de Carod con ETA, el Acuerdo por las Libertades y Contra el Terrorismo firmado por PP y PSOE el 8 de diciembre de 2002 ha sido el marco solidariamente compartido de la política legislativa, judicial y policial llevada a cabo por ambos partidos en esa materia.

La desahogada victoria del PSOE el 14-M ha obligado a los dirigentes de ETA a dirigir a Zapatero el doble mensaje de falsas ofertas y amenazadoras advertencias que transmite desde hace treinta años su panfletaria retórica. El comunicado recuerda en tono condescendiente que la banda terrorista ya había recomendado el 14-M al futuro Gobierno -fuese cual fuese su color- "tener más sentido común" si aspiraba a obtener para Euskal Herria "una paz basada en los derechos por medio del diálogo"; abiertas ya las urnas y despejada la incógnita del resultado, "no podemos más que insistir en ello". Los redactores del texto emplean el mismo tonillo perdonavidas para elogiar el "gesto fuerte y valiente" del compromiso electoral asumido por el PSOE antes del 11-M: la decisión de no prorrogar el 30 de junio -fecha de cumplimiento del compromiso inicial- la presencia de fuerzas españolas en Irak sin el respaldo de una resolución del Consejo de Seguridad.

En esa misma borrachera de generosidad deferente, el comunicado invita a los socialistas a adoptar "gestos fuertes y valientes para con Euskal Herria". ETA dirige a Zapatero las mismas propuestas que había enviado -sin éxito- en 1996 a Aznar nada más ganar las elecciones. De un lado, la decisión de "cerrar el frente de las cárceles" a través de una secuencia ininterrumpida que llevaría desde el acercamiento de los presos al País Vasco hasta la amnistía. De otro, la aceptación de "la Alternativa Democrática" difundida el 26 de abril de 1995 (al tiempo que la reivindicación del asesinato frustrado de Aznar) de acuerdo con los siguientes pasos: el reconocimiento previo por el Estado del "derecho de autodeterminación" y de "la unidad territorial de Euskal Herria" (esto es, la anexión al País Vasco de Navarra y de los territorios franceses ultrapirenaicos); un posterior alto el fuego unilateral de ETA; y la apertura final de "un proceso democrático y sin límites" sobre todos los aspectos relacionados con la organización y el futuro del nuevo Estado soberano.

La respuesta dada anteayer por Zapatero en una rueda de prensa celebrada en Lanzarote ha sido tan rotunda, ejemplar e inequívoca como la contestación de Aznar en 1996: "El único comunicado que espero de ETA es el abandono de la violencia". Las elecciones del 14-M muestran, por lo demás, una merma del todavía significativo voto nulo depositado a favor de la ilegalizada Batasuna en el País Vasco (104.000) y Navarra (15.000) en comparación con los comicios municipales de 2003. Y aunque el PP haya perdido el 28% de sus votos y 3 de sus 7 diputados respecto a las anteriores legislativas, el notable ascenso del PSOE, que aumenta sus sufragios un 26,3% y pasa de 4 a 7 escaños, frena el retroceso conjunto de ambos partidos (unos 5 puntos) respecto al año 2000 y consigue un respaldo agregado del electorado superior a la suma de PNV, EA y Aralar: un 46% frente al 43,32%.

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