La naturalidad de Sergi Arola llega al hotel Arts
AROLA, un sugerente espacio con platos para picar inspirados en la cocina mediterránea
Lo último en Barcelona es el restaurante que acaba de inaugurar el conocido cocinero Sergi Arola. Un espacio vanguardista salpicado de detalles retro, que en ciertos rincones recuerda escenarios de Pedro Almodóvar. Bajo el paraguas de un nuevo hotel, Arola ha vuelto a repetir la jugada que tantos éxitos le ha procurado en Madrid en los últimos años. Una vez más, una empresa hotelera confía en el prestigio de un cocinero en auge, consolidando la tendencia de determinadas cadenas a fichar profesionales de renombre. Ahí están Ferran Adrià, Martín Berasategui y Enrique Martínez, vinculados a NH; Santi Santamaría, con Hesperia, y Joan Roca, en el hotel Omm, entre otros.
Ambiente desenfadado y elegante
AROLA
Hotel Arts. Marina, 19-21. Barcelona. Teléfono 934 83 80 90. Cierra lunes y martes. Precio aproximado por persona: entre 50 y 60 euros. Menú, 40 euros. Terrina de hígado de pato, 14 euros. Tabla de embutidos, 12 euros. Arroz guisado de pichón, 16. Pastel de manzana, 7 euros.
Pan ... 5,5
Café ... 4
Bodega ... 9
Ambiente ... 8,5
Aseos ... 8
Servicio ... 7
Con la naturalidad que le caracteriza, Arola ha renunciado a elaborar alta cocina en contra de lo que todo el mundo suponía. En su lugar, platos para picar moderadamente creativos, sin más pretensiones que las derivadas de un ambiente desenfadado pero elegante. A pesar de que la responsabilidad de la cocina recae en Ángel Palacios, a partir de ahora Arola habrá de repartir sus inquietudes entre La Broche (situado en el hotel Miguel Ángel de Madrid) y el hotel Arts (Barcelona), en uno de cuyos anexos se encuentra el local recién estrenado.
Tan atractivo es el marco y tan sugerente la fórmula, que a las pocas horas de su inauguración se ha convertido en un lugar de moda. Lo mejor es compartir distintas especialidades. Platos que se inspiran en la cocina mediterránea y se sirven en medias raciones, tal y como advierte la carta sin contemplaciones.
Se acierta con la tarrina de hígado de pato y las sardinas con huevas de arenque, dos sugerencias resultonas. Son correctas las croquetas de jamón, y algo deslucida la tabla de embutidos, que incluye jamón ibérico, jamón de pato reseco, butifarrón blanco y secallona. En el resto, algunos defectos achacables a la falta de rodaje que deberían subsanarse pronto para no desmerecer de su artífice. En el empedrat de bacalao desilusionan las alubias, duras y con demasiado hollejo. No convencen los chipirones fritos con vinagreta de tinta y aceite de jengibre, plato muy confuso, ni tampoco el arroz que acompaña a un pichón espléndido cuyos granos resultan algo enteros. Por el contrario, el salmón marinado con aceite de cítricos es suave, y el marmitako de atún en versión libre, sugerente.
BARRA, POSTRES, MENÚ Y BODEGA
AROLA SE ENCUENTRA en un anexo del hotel Arts con acceso independiente desde la calle. Un espacio espectacular cuyas cristaleras se abren al mar y permiten divisar la famosa ballena de Frank Gehry. En su interior, entre todas las mesas destacan tres: dos situadas en las esquinas con vistas privilegiadas y otra medio escondida que actúa de reservado. Próxima a la entrada, una minúscula barra ideal para tapear o tomar una copa mientras se aguarda mesa. Un lugar que dispone de carta propia y en el que se pueden degustar encurtidos, embutidos, salazones, frituras, latas de conservas y minitostadas frías o calientes. Entre las sugerencias, anchoas de la Escala, buñuelos de bacalao, ventresca de bonito, tostadas de brandada o de foie-gras con reducción de Pedro Ximénez, así como pescadito frito o mojama.
Capítulo aparte es la bodega, excelente, que alberga 900 referencias y ocupa un espacio climatizado que recorre el local justo en el centro. Contiene vinos ecológicos de relieve; vinos españoles en el candelero, pertenecientes a denominaciones de origen o ajenos a ellas, y una apabullante relación de marcas extranjeras, sobre todo de Francia, además de Austria, Italia, Portugal, Chile, Argentina, Nueva Zelanda, Uruguay y Estados Unidos. Si se come a la carta hay que recordar que las sugerencias corresponden a medias raciones y los precios son más elevados de lo que a primera vista parecen. Una buena opción es optar por el menú degustación, bastante bien planteado. Por 40 euros (vinos e IVA aparte) se pueden elegir cinco tapitas, un pescado, una carne y un postre. Los dulces, en la misma línea, pasan sin pena ni gloria.
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