La juez estudia el ADN de otro posible asesino de Beatriz Agredano
El cadáver tenía restos en sus uñas que no pertenecían a los dos condenados por el crimen
El Juzgado de Instrucción número 28 de Madrid ha solicitado a la titular del Juzgado 1 de Valdepeñas la prueba de ADN de Gustavo Romero, autor confeso de los asesinatos de Rosana Maroto y de una pareja de novios de esta localidad, para ver si participó también en el crimen de Beatriz Agredano, fallecida en Madrid en 1996.
Según fuentes jurídicas, la juez instructora del caso de Agredano ha aceptado reclamar a su colega la prueba de ADN de Romero, diligencia solicitada por la acusación particular que ejerce la familia de la joven y respaldada por el fiscal del caso. La juez ya estudió el mes pasado la declaración de Romero en la investigación desarrollada en la localidad castellanomanchega. En ella el denominado asesino de Valdepeñas negó haber participado en ningún otro crimen además de los tres que ya ha confesado.
Ahora, según las mismas fuentes, la juez ha accedido a pedir la prueba de ADN para cotejarlo con el que apareció en las uñas de Beatriz Agredano y que no correspondía a ninguno de los condenados por este crimen.
La Audiencia Provincial de Madrid condenó en 2002 a Ángel Antonio B. C., Belinchón, y Antonio S. L., Juanito, a 31 años y seis meses de prisión por detener ilegalmente, agredir sexualmente y matar el 27 de noviembre de 1996 a Beatriz Agredano, de 21 años, sentencia confirmada por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM).
La familia de la joven ya planteó tras el juicio la posibilidad de que hubiera más implicados, dado que en las uñas de Beatriz se hallaron muestras de ADN de una persona distinta a los dos condenados.
Cartas de Belinchón
Los familiares de Agredano se apoyan también en unas cartas escritas por Belinchón y enviadas a un amigo suyo a la cárcel en las que admitía haber participado en el crimen de Rosana Maroto, desaparecida el 25 de junio de 1998 y cuyo cadáver apareció en octubre de 2003 en Valdepeñas (Ciudad Real), después de que Gustavo Romero confesara haberla matado. Romero también confesó el asesinato en 1993 de Ángel Ibáñez y Sara Dotor.
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