Los observadores europeos denuncian que Rusia celebró sus elecciones sin pluralismo

La campaña para la presidencia de Rusia, que concluyó el domingo con la aplastante victoria de Vladímir Putin por un 71,2%, "careció de elementos de una auténtica competitividad democrática", afirmaron ayer los observadores europeos que siguieron el proceso electoral. Los comicios estuvieron bien organizados, pero no cumplieron con los baremos propios de los miembros de la OSCE, aseguraron. Sus conclusiones preliminares expresaban aprensiones sobre la democracia rusa, en parte coincidentes con su valoración de las legislativas en diciembre de 2003.

"Además de un déficit de debates significativos y de un auténtico pluralismo, durante el proceso electoral no se logró que los medios de difusión controlados por el Estado, especialmente la televisión, cubrieran las actividades de los candidatos de forma objetiva", constataron ayer los observadores de la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa, que denunciaron abusos e incluso intimidaciones para que la gente acudiera a las urnas. La Comisión Electoral Central (CEC) fue indulgente y no utilizó todos los medios a su disposición para frenar los abusos y el uso indiscriminado de la prensa estatal a favor del actual presidente y en claro detrimento del resto de los candidatos.

También algunos de los vídeos realizados por la misma CEC para incitar a la población a votar "contenían imágenes y mensajes que podían ser interpretados" como propaganda a favor de Putin, según la Misión Internacional de Observación de las Elecciones. Los observadores registraron irregularidades en el recuento de los votos en la cuarta parte de los colegios visitados.

Desde EE UU, el secretario de Estado norteamericano, Collin Powell, y la consejera de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, criticaron la falta de democracia del proceso electoral ruso. El victorioso Putin restó importancia a estas críticas y opinó que "en gran medida" las declaraciones de Powell y Rice están dictadas por la situación política interna de EE UU, donde este año también deben celebrarse elecciones presidenciales. Putin quiso ser constructivo y aseguró que prestará atención "a todas las críticas" y que las analizará para "sacar las conclusiones correspondientes", si procede.

Putin, que parecía satisfecho y seguro de haberse ganado a pulso el resultado, subrayó que "todas las conquistas democráticas" serán garantizadas. "Reforzaremos el sistema pluripartidista, fortaleceremos la sociedad cívica, haremos todo lo posible para garantizar la libertad de los medios de información", señaló. Medios diplomáticos occidentales, que ya han oído antes declaraciones semejantes, señalaban ayer que observan atentamente para ver "cuál de las dos facetas de Putin prevalece", o la construcción de una sociedad de derecho o el "impulso hacia un mayor control".

La corrupción política

En la noche de su triunfo, Putin abordó también la corrupción, una de las grandes lacras de la clase política rusa. El líder prometió "crear condiciones para que los burócratas que usan la tapadera de los intereses del Estado y los charlatanes que emplean fraseología democrática no puedan llenarse los bolsillos". La urgencia de la tarea ha quedado evidenciada hace apenas unos días por el escandaloso comportamiento del ministro de Recursos Naturales saliente, Vitali Artiujov. En las últimas horas de permanencia en su sillón tras el cese del Gobierno de Mijaíl Kasiánov, Artiujov repartió febrilmente 62 licencias para explorar yacimientos de materias primas. Diez de ellas fueron a parar a compañías cercanas a la petrolera Lukoil. El resto, en su mayor parte, a compañías controladas por el empresario moscovita Vartán Vartánov, con el que Artiujov ha trabajado durante años y que es socio de su hijo Vadim. Vadim Artiujov, que fue viceministro de Bienes Estatales, es desde el mes pasado senador por la provincia de Volgogrado y dicen las malas lenguas que las licencias dadas a Lukoil por su padre son el pago por el presunto apoyo a su carrera política.

Ayer, en la primera reunión con el Gobierno tras su reelección, Putin adelantó que está dispuesto a realizar las impopulares reformas que el país necesita. "Estoy convencido de que la gente comprenderá y apoyará las decisiones a tomar, por muy duras que éstas sean, si se fundamentan y se preparan bien", sostuvo. El presidente insinuó que las futuras reformas afectan al sistema de servicios comunales, salud y educación, esferas hoy financiadas en su mayor parte por el Estado. Lo que se pretende es que la población asuma la mayor parte de coste de esos servicios.

El triunfo de Putin tuvo matices. El mínimo apoyo se lo dio la provincia de Belgorod, al suroeste de Moscú, donde obtuvo el 54,5%. El máximo, lo obtuvo en la república caucásica de Kabardino Balcaria, con un 96,7%. El único de los otros candidatos que obtuvo más del 5% fue el comunista Nikolái Jaritónov con un 13,7%. Este porcentaje se interpreta como un signo de que los comunistas han recuperado parte de su electorado.