El juez que atrapó al pederasta Dutroux denuncia la actuación de la policía belga
El magistrado Jean-Marc Connerotte insiste en la tesis de la red de pederastia
El juez Jean-Marc Connerotte es un héroe nacional. Cuando en agosto de 1996 le informaron del secuestro de la niña Laetitia Delhez en su jurisdicción, echó mano del historial de Marc Dutroux y le detuvo en sólo seis días junto a sus tres cómplices y liberó a dos niñas con vida. Connerotte compareció ayer en el juicio de Dutroux y removió el escándalo que persigue a Bélgica: "Si la primera juez de instrucción hubiera tenido los datos que yo tuve, habría tenido el mismo éxito". Pero no los tuvo porque la policía no se los aportó. Eso hubiera salvado la vida a cuatro niñas.
Connerotte, un hombre pequeño y delgado, fue apartado, sin embargo, de la investigación en octubre de 1996, poco después de iniciar la instrucción, por haber participado en una cena benéfica para ayudar a las víctimas de Dutroux. Ayer, Connerotte lloró calladamente ante el tribunal recordando las presiones y los insultos sufridos durante aquel tiempo.
Aquella primera juez de instrucción a la que se refiere Connerotte es Martine Doutrewe, víctima de un cáncer en 1999, y que inició las investigaciones cuando en junio de 1995 fueron secuestradas las dos primeras víctimas: Julie Lejeune y Mélissa Russo, de ocho años. Entre esa fecha y agosto de 1996, cuando Connerotte entra en acción, el pederasta Dutroux mantiene secuestradas a ambas niñas en un zulo de su casa hasta su muerte en marzo de 1996; rapta a An Marchal (17 años) y Eefje Lambrecks (19), muertas en cautiverio; asesina a su compinche Bernard Weinstein; viola a la eslovaca Yancka Mackova, y secuestra en mayo y agosto de 1996 a Sabine Dardenne (12 años) y a Laetitia Delhez (15), las únicas supervivientes. Todas ellas han sufrido torturas y abusos sexuales.
Desde el principio de ese año trágico, la policía conocía los antecedentes de Dutroux, en libertad condicional por cinco secuestros y violaciones, pero los informes no discurrieron como debieran entre las comisarías belgas. Connerotte sí los tuvo, aunque contó con la inestimable ayuda de un joven que había retenido las tres letras de la matrícula de la camioneta que Marc Dutroux utilizó para raptar a Laetitia.
Este juez insistió en la tesis de la red pederasta. "Dutroux utilizaba un somnífero muy fuerte, el Rohipnol, que causa problemas de memoria, para secuestrar y violar", explicó Connerotte. "Dutroux seguía saliendo de caza en busca de niñas cuando tenía a varias secuestradas. Su forma de operar es la propia de los que se encargan de reclutar víctimas para una red de prostitución". De hecho, Connerotte explicó cómo en los primeros interrogatorios los acusados hablaban del encargo del hombre de negocios Jean-Michel Nihoul de secuestrar niñas en la República Checa de buena presencia. Connerotte cargó con saña contra Nihoul, el único acusado que comparece en libertad. "Siempre intenta manipular a su interlocutor".
El juicio continúa el lunes con el testimonio del juez instructor que sustituyó a Connerotte, Jacques Langlois.
MARC DUTROUX: Un violento manipulador
Nacido en Bruselas hace 47 años, es electricista, si bien ha vivido siempre del robo, de la extorsión, el tráfico de drogas y, supuestamente, del secuestro de niñas y jóvenes. En 1983 comete su primera violación contra una mujer de 50 años y es condenado a 13 años y medio de cárcel por cinco secuestros y violaciones, entre ellos el de una niña de 11. En 1992 sale en libertad condicional y en 1995 inicia los crímenes de los que ahora ha de rendir cuentas. Su ex mujer le ha calificado de violento, maltratador, lascivo, pero gran seductor. Los que le han tratado le definen como un manipulador nato al que es imposible contrariar. Tiene dos hijos de su primera mujer y tres de Michelle Martin que viven en familias de acogida. Siempre ha manejado mucho dinero. Cuando fue detenido en 1996 poseía 20 cuentas.
MICHELLE MARTIN: Esposa cómplice del horror
Nacida en Bruselas hace 44 años, es institutriz, aunque apenas trabajó nunca como tal. Conoció a Dutroux en la pista de patinaje sobre hielo de Forest National en Bruselas cuando tenía 21 años. Él patinaba muy bien y ella encontró, dice, al hombre que la protegería tras una infancia infeliz. Perdidamente enamorada, empieza a vivir con él al poco tiempo y va cediendo a todos sus dictados: comparte cama con otras mujeres, admite a sus amantes, soporta sus palizas y le ayuda en los secuestros y violaciones. Condenada por participar en los de 1983 y 1985, cumple dos años de cárcel. Se le acusa de haber colaborado en los crímenes de 1995 y 1996, si bien ella alega haber estado amedrentada y psicológicamente secuestrada por Dutroux, con el que se casó en 1988 y del que se divorció en 2003.
MICHEL LELIÈVRE: Secuestrador a cambio de droga
Nacido en Namur hace 33 años, vivió su infancia en una familia de acogida. Empieza a consumir droga dura en la adolescencia. La heroína y el éxtasis le llevan al narcotráfico, lo que le conduce a constantes problemas con la justicia. En 1994 conoce a Jean-Michel Nihoul y, en julio de 1995, a Marc Dutroux, con el que enseguida establece una relación delictiva colaborando, en 1995 y 1996, en el secuestro de cuatro de las niñas a cambio de dinero y de droga. A través de un colega de la cárcel empieza a viajar a Eslovaquia, un país también muy visitado por Dutroux y donde éste encontrará víctimas de sus abusos sexuales. Michel halló allí a la mujer que será la madre de su hijo, si bien parece que participa en el tráfico de jóvenes. Parece probado que Lelièvre no participa en las violaciones de las secuestradas.
J.-M. NIHOUL: Oscuro hombre de negocios
Nacido en Verviers hace 63 años, es uno de esos oscuros hombres de negocios que cabalga entre las estafas y quiebras, algunas de las cuales le han llevado a la cárcel. Entre sus negocios está el de la prostitución. Se confiesa mujeriego, lo que, dice, no incluye el sexo con menores. Sus tratos con Dutroux y Lelièvre le cuestan su detención en 1996, aunque es el único acusado que comparece en libertad. Presume de tener contactos y actuar como confidente policial. Se le apunta como la conexión necesaria con la red de pederastia para la que trabajaría Dutroux. Los indicios contra él son las 1.000 píldoras de éxtasis entregadas a Lelièvre al día siguiente del secuestro de la niña Laetitia Delhez y la conversación telefónica de Dutroux con "un tal Jean-Michel" escuchada por Laetitia en su cautiverio.
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