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Columna
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Ingeniería, ¿verbal?

Suele decir mi padre que los grandes ingenieros con agua y tierra hacen barro. Pues bien, algo de ese desliz han tenido los del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts o MIT con el estudio que han elaborado acerca de los inventos más odiados por los mortales. Y no por la lista que han establecido sino porque de algún modo parecían sorprendidos por el hecho de que los inventos más detestados fueran los que la gente más utiliza. ¿Qué se va a odiar si no lo que más tiempo o atención nos requiere? Pocos habrá que odien el phonomandolin o, al menos en Occidente, el tikoloshi. En cambio parece razonable que se hayan llevado la palma el móvil, seguido del despertador, la televisión y las hojas de afeitar. Sin ánimo de hacer más barro, seguro que se podía añadir a la lista el lunes. Y, por qué no, los políticos. Sí, esos señores que más que administrarnos nos quieren mandar y que cuando se ponen en celo, es decir en campaña, resultan temibles. Pero, al mismo tiempo, ¿quién podría vivir sin ellos?

No me negarán que no resulta adorable ver a la ministra Valdecasas salir del desliz de los asesinos de ERC arguyendo que más que un lapsus fue que se comió una frase entre medio, vaya, que en lugar de decir, por ejemplo: en un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, hubiera dicho, la Mancha, ese nombre sin lugar. Vaya, un lapsus. O lo del presidente de Murcia, Valcárcel, que aprovechando que el Pisuerga pasaba por Valladolid dijo algo acerca de hectolitros, pero no del Pisuerga sino del Duero, y se disculpó poco menos que diciendo que a todos nos gusta el líquido elemento. Y como todo se contagia, la propia Botella se equivocó de línea en la agenda y en lugar de darles una comida a unos abuelos les largó el gran mitin, tropiezo del que salió pagando el gasto. Aunque por aquello de no abandonar la cocina o como quien dice el Perejil, ese dar por no dichas unas palabras que convertían a nuestro ministro de Defensa en un ministro de Ataque vale su peso en medallas.

Algo nos está pasando cuando hasta la alcaldesa de Villamoratiel de las Matas tiene que justificar que gastó dinero del erario público en páginas porno de Internet invocando el despiste y la chiquillada, sin darse cuenta de que con esto último podría incurrir en la corrupción de menores. Más vale que nosotros estamos vacunados contra todo eso pues habitamos en un apartado de la gramática, o del país, cualquiera sabe, que rara vez esgrime alguna disculpa sencillamente porque consiste en un estado del lenguaje de doble uso y altísima ambigüedad que exime a nuestros políticos de cualquier tipo de fruslerías. ¿Alguien se imagina al añorado Arzalluz dando por no dichos algunos de sus disparates? Su forma de arreglarlo, es decir, de seguir barriendo para casa, consistía en defender a la vez lo contrario, verbigracia el Rh y la Constitución (no es tan mala, dijo)

Pues bien, no hay que remontarse a las nieves de antaño para ver que aquí ni hay disculpa ni arrepentimiento o cualquiera de los folclóricos modos de salir del paso que imperan en España. Si Ibarretxe sostiene que el PP y ETA se necesitan mutuamente está diciendo exactamente que uno pone las víctimas para que otro ponga las balas; vamos, lo mismo que el martillo exige los clavos y viceversa. ¿Debería por eso, nuestro Harry Potter aducir que se ha equivocado de agenda sacando de quicio una simple bagatela o que a falta de beber hectolitros prefiere que le beban los vientos? No, las palabras del aprendiz de brujo se quedan para que se las lleve el viento y nadie recuerde si dijo, pero eso sí, muy txintxo y formal, que exigía la independencia o no la exigía, o que avalaba o promovía una ley universitaria que recoge textualmente reclamaciones de los presos de ETA, como estudiar en la UPV y que les paguen los estudios, aunque, eso sí, lo hizo sin mancharse; ¿quién ha dicho que se haya negociado con SA? Pero si tienen a SA por un partido normal, ¿por qué se avergüenzan de negociar con él? Me parece que el MIT tendría que revisar su lista.

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